Proyecto mejora la salud física y emocional de mujeres de La Carpio

Iniciativa llamada: “1, 2, 3 ¡A moverse!”, las impulsa a realizar actividad física y les da herramientas para mejorar su alimentación, su autoestima y trazar un plan de vida

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“1, 2, 3 ¡A moverse!” es una iniciativa que comenzó como un proyecto personal. Mariela Delgado y su hermana Nina presentan problemas de salud y se sentían decaídas. Entonces, decidieron hacer ejercicio y, muy pronto notaron cambios no solo en lo físico, sino en lo emocional.

“Teníamos más energía, dormíamos mejor, el cambio fue total. Nos sentíamos muy bien y quisimos que nuestra experiencia fuera más allá, para impactar a más mujeres”, destacó Nina Delgado.

Con esto en mente, las hermanas se propusieron llevar su proyecto a zonas en donde las mujeres no pudieran pagar una nutricionista, ni gimnasio ni mucho menos un entrenador personal, pero que sí necesitaran de todos los beneficios para la salud que genera mantenerse activas y comer de forma más saludable.

Convencidas, pusieron la mira en la ciudadela La Carpio, la Uruca, San José.

“Comenzamos en un lugar pequeño, a la par de un basurero, con solo seis mujeres. Ahora tenemos días en los que llegan 75 mujeres, de todas las edades. Hemos visto un cambio muy grande en ellas”, destacó Mariela.

Nina es abogada y Mariela ingeniera industrial. Ambas eran conscientes de que ninguna tenía las herramientas profesionales para enseñar a esta población la mejor forma de realizar los ejercicios. Por eso hablaron con Leonardo Jiménez, quien era su entrenador personal y licenciado en Movimiento Humano. Desde el comienzo, él se enamoró de la propuesta.

Desde hace tres años, este trío llega todos los viernes en la mañana al edificio del Sistema Integral de Formación Artística para Inclusión Social (Sifais) de La Carpio, para apoyar el desarrollo de las vecinas de esta comunidad.

La Nación estuvo en una clase y vio cómo las participantes aprovechan cada momento. En esa ocasión, un grupo de 20 mujeres, entre los 12 y los 70 años, fue parte del programa.

Muchas de ellas eran madres y tenían a sus hijos en casa debido a la huelga de educadores. No obstante, ese problema estaba resuelto desde antes.

“Hay niños que tienen horarios diferentes de entrada a clases, algunos comienzan lecciones después de las 11 a. m. o hasta en la tarde. Como somos madres sabíamos que ellas no llegarían a las clases, sino tenían con quién dejar a sus hijos. Por eso, tenemos voluntarios que cuidan de los hijos de ellas en el mismo edificio del Sifais, mientras las mujeres se ejercitan”, contó Nina.

Ese viernes no fue la excepción. Mientras sus madres se ejercitaban, los menores se mantuvieron entretenidos pintando símbolos nacionales, leyendo cuentos y jugando. Los más pequeños (algunos menores al año de edad) tenían brazos que los cuidaban, acunaban y ponían a dormir ,si era necesario.

Más allá del ejercicio físico

Eran las 9:30 a. m. cuando decenas de mujeres llegaron a un salón del Sifais. Ataviadas con ropa y zapatos deportivos, un paño y mucha energíam comenzaron a moverse al ritmo de la música.

Lo que se ve no es como una clase de aeróbicos o acondicionamiento físico cualquiera. La parte física no es la única que se trabaja. Mariela y Nina partieron de lo que a ellas ya les había funcionado una metodología de autoafirmación.

“El primer paso viene de mí, si yo no quiero hacer algo por mí, nadie puede hacerlo. Es saber que mis decisiones tienen implicaciones en mi vida”, afirmó Nina.

Esta metodología pone a las mujeres a repetir frases, mientras realizan 10 minutos de calentamiento y se mueven.

“¡Yo quiero!", “¡Yo puedo!”, “¡Estoy lista!”, “¡Tengo fuerza!” repiten mientras calientan sus músculos.

Transcurridos estos 10 minutos, la dinámica cambia. Se les pide formar grupos de cinco personas. A cada una se le asigna un ejercicio que debe hacer durante un minuto, inmediatamente, debe pasar al siguiente.

“Esto también las hace trabajar la memoria, porque deben aprenderse cinco ejercicios y tenerlos en mente para saber cuál hacer en cada turno”, expresó Mariela.

Pero la dinámica también crea comunidad. En cada grupo, hay mujeres que llevan en el proyecto desde que comenzó y ya han aprendido sobre la técnica correcta de hacer los ejercicios, por lo que entre ellas se corrigen, si ven a alguien fallar ,o si alguna no recuerda cuál ejercicio debe hacer.

Son actividades fáciles, que pueden realizarse sin necesidad de equipo sofisticado, pero sí con objetos que están al alcance: un paño, una silla, una pared y el mismo cuerpo de cada persona.

Mientras realizaban el ejercicio, Jiménez no solo las supervisaba, también les recordaba la importancia de la buena memoria o del trabajo en equipo.

Los ejercicios son sencillos, al punto de que cualquier persona pueda hacerlos, aún sin conocimiento. Quienes presentan algún tipo de lesión, tienen sus adecuaciones, según sus necesidades.

“En el Ebáis me dijeron que tenía artrosis. Hable´con Leo y me dijo: ‘haga lo que usted pueda’. Ya estoy mucho mejor. Hace un tiempo venía con bastón, ahora ni eso. Ya ni tengo dolor. Yo era bien gordita, tenía una gran panza, ahora me siento más liviana”, destacó Luzmarina Pavón, de 65 años y quien lleva dos años en el programa.

Una vez terminados los 45 minutos de ejercicio, ellas reciben una charla con diferentes temáticas. Algunas veces sobre alimentación, otras, sobre ahorro, o sobre autoestima, o salud mental y emocional, se les dan consejos para poder aplicar la teoría en la vida real.

“Gracias a estas charlas, aprendí cómo cocinar para hacer mi comida y la de mis hijos, más saludable, sin necesidad de comprar cosas diferentes ni de gastar más plata”, dijo Miriam Méndez, de 32 años y quien ha bajado 10 kilos desde que está en el programa.

Resultados

En tres años del programa, los cambios han sido muchos.

“1, 2, 3 ¡A moverse!” solo va a La Carpio los viernes, pero las mujeres ya saben cómo hacer actividad física y los restantes días de la semana se ponen de acuerdo entre ellas para hacer ejercicio en casas o en la comunidad.

“Yo camino todos los días hasta canal 13, yo calculo que es más de un kilómetro de ida y otro de vuelta”, afirmó Pavón, con una sonrisa de satisfacción.

Méndez agregó: “Yo antes pasaba haciendo nada en la casa. Solo iba a dejar a mis hijos a la escuela, el oficio y la comida se hacían muy rápido y me quedaba en el sofá o durmiendo. Ahora ya me han dado ideas de cómo hacer actividad física y me paso moviendo. Viera que me siento mucho mejor que antes”.

Jiménez y las hermanas Delgado ya han comenzado a medir los resultados de estos tres años de trabajo. En poco tiempo, ya se ven los frutos. Algunos son pequeños, pero se mantienen constantes.

Por ejemplo, el porcentaje de mujeres con obesidad ha pasado del 39% al 37% y de las participantes con peso normal ha subido del 19% al 22%.

Entre las participantes, el autoestima alta ha subido de un 3% a un 8% y el autoestima baja ha disminuido de 85% a 78%.

Los niveles de actividad física son los que más cambios arrojan. Quienes tenían bajos niveles han pasado de 75% a 52% y el nivel moderado ha pasado de 16% a 35%.

Los hábitos de alimentación malos han bajado de 38% a 31% y los buenos hábitos han pasado de un 10% a un 13%.

Pero para quienes diseñaron este programa, en los testimonios está la mayor prueba del éxito.

Uno de estos casos es Brenda García de 35 años, quien ha presentado cambios externos, pero especialmente internos.

“Este grupo ha sido un cambio radical, total en mi vida. No solo en mí, también en toda mi familia. Ahora comemos mejor, yo he bajado montones de peso, hasta el doctor me felicitó porque ya peso lo que debería. Yo dejé de estudiar muchísimos años y volví a estudiar. El 30 de junio fue la graduación de mi bachillerato. Ahora quiero cumplir uno de mis sueños más grandes, que es estudiar Derecho”, aseguró esta madre de dos hijos.

¿Qué sigue?

El equipo detrás de “1, 2, 3 ¡A moverse!” sabe que todavía hay mucho camino por recorrer y, por ello, se capacitan para mejorar sus labores.

“En noviembre pasado, mi hermana y yo fuimos escogidas junto con otros proyectos de salud a nivel de región Centroamericana, para desarrollar de la mano de la ONG CAHI ( Central America Health Care Iniciative) e INCAE, la escalabilidad y sostenibilidad del proyecto a nivel nacional y centroamericano”, enfatizó Nina.

“Continuamos trabajando de la mano de ellos, la posibilidad de impactar y cambiar la vida a miles de mujeres más en nuestra sociedad y, con ello, lograr generar un cambio en la calidad de vida de todas estas mujeres y por ende de sus familias”, añadió.

A mediados de setiembre, las hermanas viajaron a dar a conocer su proyecto en Estados Unidos. La idea es que diferentes organizaciones se empapen del programa y quieran colaborar.

En Costa Rica, el equipo ya fue contactado por la Municipalidad de Santa Ana para implementarlo también en este cantón josefino. Mas este no sería el único lugar.

Las hermanas Delgado saben que son muchas las mujeres de varias comunidades del país las que no tienen acceso de pagar un gimnasio o entrenador y que no saben cómo resolver el cuido de sus hijos para dedicarse un rato a ellas mismas y que sí podrían verse beneficiadas de todo lo que les ofrece el programa.

“Queremos capacitar a gente en este sistema. No es solo ayudar a las mujeres de La Carpio, es llegar a todas las zonas donde se necesiten. En Costa Rica hay muchas y en otros países también, entonces se necesitan muchas manos para poner esto a andar”, apuntó Mariela ilusionada.