Más de 124 milllones de niños y adolescentes en el mundo son obesos

En 1975 había solo 11 millones de menores con esta condición

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El número de niños y adolescentes (entre los 5 y 19 años) con obesidad ha aumentado 10 veces en los últimos 40 años. Mientras que en 1975, 11 millones de menores tenían esta condición, en el 2016 ya sumaban 124 millones.

A esto se le debe agregar que el año pasado se registraron otros 213 millones de chiquitos y jóvenes con sobrepeso.

El panorama podría complicarse aún más, pues si estas tendencias no se revierten, el número de personas con obesidad en estas edades sobrepasará –por primera vez en la historia– la cantidad de niños y adolescentes con algún nivel de desnutrición.

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Estos datos son parte de un análisis de 2.416 estudios, realizado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Imperial College de Londres. Los resultados se publicarán este miércoles 11 de octubre en la revista The Lancet, con motivo del Día Mundial de la Obesidad.

"Este escenario predice una generación de niños y adolescentes que crecen siendo obesos y con un riesgo mucho mayor de enfermedades como diabetes. Necesitamos formas de hacer comida saludable y nutritiva más accesible en los hogares y en las escuelas, especialmente en quienes están en condición de mayor pobreza", comentó a la prensa Majid Ezzati, autor líder del análisis, durante la presentación del informe.

Los datos

Para este análisis se estudiaron 2.416 investigaciones en las que participaron 31,5 millones de personas entre los cinco y los 19 años. También se evaluaron, como control, 97,4 millones de individuos mayores de 20 años que fueron incluidos en los estudios analizados.

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Los estudios revisados tomaron como base el Índice de Masa Corporal (IMC), indicador que se utiliza a nivel internacional para saber cómo está el peso de un ser humano.

Para calcular el IMC lo primero que debe hacer una persona es pesarse en una báscula con la menor cantidad de ropa posible. Luego, dividir su peso entre su estatura en metros, elevada al cuadrado.

Por ejemplo, si un adolescente pesa 78 kilos y mide 1,70 metros, debe multiplicar 1,70 por 1,70. El producto es 2,89. Luego tiene que dividir los 78 kilos entre 2,89. El resultado es 26,98.

El IMC en los niños y adolescentes no se mide por los mismos parámetros que para los adultos. Indicar bajo peso, sobrepeso u obesidad, no es lo mismo a estas edades, pues como se está en etapa de crecimiento, las variables de peso y estatura se comportan de forma diferente, la grasa se maneja de forma distinta y se ven otros patrones en hombres y en mujeres.

Para analizarlas se toman en cuenta percentiles de peso y de crecimiento según la edad del menor. Si se está entre el percentil 5 y el 85, el peso es normal. Si volvemos a tomar el ejemplo anterior de un IMC de 26,98, este será obesidad para un niño de unos ocho años, en cambio, para un adolescente de 14 o 15 sería sobrepeso.

De esta forma, los científicos observaron cómo la obesidad pasó de estar en el 1% de esta población (para ambos sexos) en 1975 a estar en el 6% de las mujeres y en el 8% de los hombres.

El informe también señala que, en muchos países de ingreso medio en Asia, América Latina y el Caribe, la niñez y adolescencia pasó de ser mayoritariamente con bajo peso o desnutrición a tener en su mayoría sobrepeso y un nivel de obesidad creciente.

¿A qué se debe? Los autores señalan que esto puede ser resultado de un aumento en el consumo de comidas con alto nivel de calorías vacías y poco nutritivas, como carbohidratos altamente procesados, que pueden llevar a una ganancia de kilos y a causar enfermedades crónicas de por vida.

"Los países deberían ponerse el objetivo de reducir el consumo de alimentos baratos, ultra procesados y densamente altos en calorías", comentó Fiona Bull, coordinadora de estudios de población sobre enfermedades crónicas no transmisibles.

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En Costa Rica

Aunque el informe aún debe analizar de manera más profunda los datos por país, sí arroja que en Costa Rica el IMC promedio entre los 15 y los 19 años es de 20,5 para las mujeres y de 20,6 para los hombres.

Como se explicó anteriormente, saber si esto es un peso saludable varía según los percentiles. Por ejemplo, en un niño de seis años sería sobrepeso, en alguien de 15 sería un peso normal.

En el sobrepeso y en la obesidad se ve un cambio drástico. En 1975, el 4,3% de los niños y adolescentes ticos y el 6,3% de las niñas y adolescentes ticas tenía sobrepeso; para el 2016 estos números subieron a 30,3% en los hombres y 33,1% en las mujeres.

La obesidad tiene la misma tendencia creciente. Mientras que en 1975 se veía en 0,8% de los niños y adolescentes costarricenses de ambos sexos, para el 2016 era común en el 3,3% de los hombres y 3,9% de las mujeres.

"Es algo a lo que debemos prestarle muchísima atención y actuar cuanto antes. Los números son claros. Es un aumento de unas siete u ocho veces en sobrepeso y de casi el cuádruple en obesidad en estos 40 años. Nos toca hacer mucho como familias y como sociedad. Los niños no necesitan tanta comida chatarra, ellos requieren más tiempo de actividad física al aire libre, que jueguen, que corran, que brinquen", manifestó la pediatra costarricense Mariana Mejía.

Además añadió: "Las consecuencias de dejar que este problema crezca son muchas, pues entre más joven se comience con problemas crónicos peor será la salud en la vida adulta y mayores los riesgos de una muerte prematura".

El bajo peso es un problema menor en Costa Rica y que ha ido descendiendo, pero todavía persisten niños y adolescentes que con un peso menor al que deberían tener, y esto puede ligarse a desnutrición y a aumento de riesgo de enfermedades del desarrollo.

En los hombres, el bajo peso pasó de 23,3% en 1975 a 11,4% en el 2016, mientras que en las mujeres bajó de 19,7% a 9,5%.

El bajo peso calificado como grave también registró disminuciones: en 1975 estaba en 4,8% para los hombres y en 4,3% para las mujeres, y para 2016 ya estaba en 1,9% para los hombres y 1,5% para las mujeres.

Los problemas

El informe es claro al describir cómo la obesidad creciente puede impactar la salud de la población mundial.

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"Tener un bajo peso, sobrepeso u obesidad durante la niñez y la adolescencia está asociada con consecuencias adversas para la salud durante el resto de la vida (...) Presentar sobrepeso en estas edades está asociado con un mayor riesgo de desarrollo de enfermedades crónicas como diabetes tipo 2. También tiene consecuencias psicosociales adversas que empujan a muchos fuera del sistema educativo o de relacionarse con personas de su edad", cita el documento.

En mayo pasado, un estudio de la Universidad de Bristol en Reino Unido dio seguimiento a 14.500 familias y analizaron la salud de jóvenes entre los 17 y 21 años que habían sido niños obesos. Los muchachos estudiados ya presentaban hipertensión arterial.

Además, los análisis de sus corazones mostraron que había una mayor densidad en el ventrículo izquierdo. El grosor del ventrículo (también conocido como hipertrofia ventricular) indica que el corazón debe hacer un mayor esfuerzo para poder bombear la sangre. Esta condición es un factor de riesgo para enfermedades cardíacas más serias en un futuro.

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Esta anomalía se observó en todas las edades. La agresividad de la condición no estaba relacionada con la edad del muchacho, pero sí con el tiempo que llevaba de ser obeso. Cuantos más años había convivido la persona con la obesidad, mayor el era el daño al músculo cardíaco.

En búsqueda de soluciones

Junto con el estudio, la OMS publicó el Plan de Implementación para Acabar con la Obesidad Infantil, en el que se proponen varias estrategias para controlar el aumento de peso en las generaciones más jóvenes.

La propuesta tiene seis áreas de acción: promover la ingesta de comidas saludables, motivar la actividad física, mejorar la atención preconcepción y prenatal, que en los primeros cinco años de vida haya motivación hacia la alimentación sana y el ejercicio, que en las escuelas haya programas de nutrición, actividad física e información sobre hábitos saludables, y el control de peso.

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Cada área cuenta con cerca de diez subáreas. Dentro de estas destacan acciones como promover campañas de información y comunicación para que la sociedad se informe sobre los riesgos de la obesidad infantil, hacer guías de alimentos nutritivos y no nutritivos y poner impuestos a las bebidas azucaradas y "comida chatarra".

También se recomienda proveer información sobre el tipo de actividad física adecuada según la edad, asegurarse que los niños y jóvenes tengan facilidades para hacer ejercicio en las comunidades y escuelas, y motivar a los adultos a ejercitarse con los menores.

Además, se pide vigilar la diabetes gestacional, la preeclampsia (hipertensión en el embarazo), y monitorear el que se gane el peso adecuado durante el embarazo, y promover una guía nutricional para las embarazadas. Una vez que el bebé nace, es vital promover la lactancia materna.

"Ya se ha demostrado que las políticas antiobesidad funcionan, y entre más pronto las pongamos a funcionar, mejores resultados tendremos", concluyó Michael Bloomberg (ex embajador de Nueva York), embajador de la OMS de la lucha contra enfermedades crónicas no transmisibles.

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