“Mucho se habla hoy de expediciones lejanas y de encontrar e investigar otros planetas. Sin embargo, no podemos hablar de conquistar nuevos mundos si no conocemos ni siquiera el que vivimos”.
Con estas palabras, el economista peruano Hernando de Soto invitó en forma reciente a los ticos a reflexionar sobre la forma como percibimos la más reciente crisis económica, que él denomina, más bien, un “cambio de paradigma”.
Reconocido por sus más de 20 años estudiando la “economía de fronteras” –o economía de los más pobres– en la Amazonia, Soto insta a voltear la mirada a los pueblos nativos del planeta y repensar lo que nos enseñaron de ellos. Este es un extracto de una conversación sostenida con él, durante su visita como conferencista del TEDx Pura Vida 2011.
Históricamente hemos creído que conocemos a los pueblos indígenas y, más recientemente, hasta creemos que son como lo que se ve en
“Pensamos que los pueblos indígenas son una civilización que vive aislada, en paz, en armonía y sin querer mayor contacto con el mundo exterior y con la tecnología, pero eso no es así.
“Por eso es que quienes viven en la ciudad y toman las decisiones hacen políticas públicas con base en lo que ellos creen que les interesa y les conviene a esos pueblos. Por querer protegerlos, les hemos quitado a los indígenas las posibilidades de desarrollarse. ¿Cómo podemos saber lo que ellos quieren sin consultarles?”.
Los pueblos indígenas no son solo territorio de desarrollo de sociólogos y antropólogos, también son terreno de desarrollo económico y los aborígenes tienen mucho que aportar.
“Hay que entender que el mundo de las economías de fronteras no es como el que se caracteriza en películas como
“Yo investigué el territorio indígena de la Amazonia en Perú y descubrí que no sabemos nada de ellos ni de lo que quieren. Por un lado, entendí que los indígenas eran más de lo que nosotros creíamos. Ellos sí tenían propiedad privada y no comunal, como se dice a veces, pero ante todo, confirmé que ellos no se quieren quedar subdesarrollados.
“Encontré que es gente que tiene su forma de minería desarrollada de manera incipiente, pero que quiere salir adelante. El problema es que para ellos no hay mucho hacia dónde caminar. En la mayoría de los casos ni tienen títulos de sus propiedades”.
Los indígenas saben cuáles son sus territorios, ellos mismos los reconocen y los respetan entre sí, pero en su gran mayoría no están registrados ni titulados, por lo que no tienen cómo defender sus derechos. En Perú solo el 5% de las propiedades de los indígenas están registradas. Tampoco hay mapas que los protejan.
“Si no hay título, no hay derecho de protección. Solo quienes tienen documentos que demuestran control sobre su propiedad pueden vender, invertir y asociarse. El resto, desgraciadamente, siempre va a ser pobre, porque no tiene cómo protegerse”.
Hoy la tecnología nos ha permitido ver imágenes de otras realidades. El problema ocurre cuando imágenes no encajan con la realidad que teníamos en mente.
“Eso es lo que ha sucedido en países de América del Norte y Europa. La recesión económica se da porque los sistemas digitales ya no reflejan la realidad y, entonces, eso hace que se rompa un paradigma, en este caso uno económico. Esto es similar a lo que ocurrió en 1929.
“Ese paradigma comenzó a influir también en los pueblos indígenas. Estos pueblos están tomando conciencia de su rol en la nueva economía. En mi país, hubo enfrentamientos violentos entre indígenas y personas de grandes compañías que querían establecerse en territorios indígenas y ellos se opusieron: hubo molestia y muertes innecesarias.
“Los aborígenes saben que tienen muchos recursos y ellos han reclamado derechos: proyectos mineros, madereros, industriales e hidroeléctricos que iban a hacerse en terrenos indígenas se han visto varados porque las comunidades se han opuesto”.
Nos toca tomar esa conciencia del rol de las comunidades aborígenes. Darles voz, poder de decisión y participación. El nuevo paradigma no es malo, solo cambia la perspectiva de las cosas como las conocemos hasta hoy.