María Laura Matamoros
Nutricionista
Todavía recuerdo cuando se hablaba del proyecto para decodificar el genoma humano. Pensaba de una manera muy optimista y creía que ahí se encontraba la solución a todas las enfermedades y problemas de nuestra raza humana.
El proyecto no logró cumplir mis deseos. Lo que sí quedó claro es que nuestros genes no determinan nuestro peso ni nuestra salud, pero sí nos expresan el riesgo de desarrollar ciertas enfermedades.
Es solo una posibilidad; nada está escrito sobre piedra. A menos de que estemos hablando sobre mutaciones genéticas, siempre tenemos una posibilidad de decidir a través de nuestros hábitos si vamos o no a padecer una enfermedad.
La mayoría de las enfermedades no transmisibles no aparecen de forma espontánea de un día al otro. Toman meses y hasta años para desarrollarse. Son una consecuencia de lo que hacemos (o no hacemos) con nuestras piernas (ejercicio), nuestros tenedores (alimentación) y nuestros dedos (fumado).
Varios estudios y abundante literatura señalan que se puede disminuir hasta en un 80% el riesgo de padecer estas enfermedades. ¿Se imagina qué bueno que el 80% de las personas que conoce con hipertensión, diabetes, cáncer de colon o que sufrieron derrames no sufrieran esos males? ¡Qué lindo sería!
Moverse suficiente, tener buenos hábitos de alimentación, mantener un peso estable y no fumar son preocupaciones de nuestra era. Actualmente, no hay que ser vagabundo para ser sedentario, ni glotón para sobrepasarse con las comidas, ni perezoso para ganar peso. La obesidad y otros padecimientos crónicos son cada día más comunes en ambos géneros y en todos los grupos de edad.
El ambiente en el que vivimos nos invita, a través de las exigencias laborales y el bombardeo de publicidad, a ser consumidores de alimentos sobresaturados de grasa, azúcares y sal.
Somos la primera versión de los homo sapiens que se desenvuelve en un ambiente en el cual la tecnología nos facilita todo. Sin duda alguna, todas estas variables suman para que el pulso contra las enfermedades crónicas y la obesidad sea cada vez más complicado.
Esta columna no pretende asustar a nadie, pero sí ayudar para que usted tome conciencia de que solo usted es responsable de su salud.
Si cruzamos los brazos, cerramos los ojos y adoptamos una actitud de “no me importa”, nuestra salud va a salir perjudicada y entre más se prolongue, más se afecta nuestra calidad de vida”.