Las dentaduras se mantienen inquietas sin importar cuántos años tengan encima. Lo bueno es que hay quienes están dispuestos a ponerlas en su lugar de una vez por todas.
Los pequeños movimientos (casi imperceptibles pero incesantes) son uno de los motivos que llevan a muchas bocas veteranas donde el ortodoncista.
Por necesidad, por salud o por antojo estético, los pacientes adultos también le dan la bienvenida a los frenillos con la esperanza de resolver sus problemas bucodentales y así acomodar los dientes.
A veces los frenillos llegan por primera vez a edades avanzadas, como un pendiente irresoluto con la salud. Tal vez años atrás no había dinero para costear la reparación dental o quizá nunca antes hubo interés por posicionar correctamente los dientes.
Lo importante es que a los frenillos no les importan los años que tenga la boca en la que se estacionarán para resolver problemas.
A la periodista Betsy Rojas estos le llegaron a los 35 años y los tuvo hasta julio del 2013, cuando su ortodoncista le hizo saber que ya podía despedirse de ellos, pues su problema de mordida estaba resuelto.
“Fue interesante porque la gente me preguntaba mucho que por qué me los había puesto a esa edad, aun así nunca me sentí acomplejada, era algo que me tocaba hacer aunque no me gustara”, explica Rojas.
Expansión
Indudablemente, los casos de frenillos en los adultos se han multiplicado por el boca a boca, especialmente por tres razones diferentes.
El doctor Rónald de la Cruz, especialista en ortodoncia, asegura que las consideraciones que motivan la colocación de los frenillos son la corrección de la parte funcional de la oclusión (la forma de la mordida), el asunto estético y por necesidad pre protésica (antes de ponerse implantes, coronas o puentes).
De la Cruz le ha colocado frenillos a pacientes de todas las edades, incluso a una que superaba los 70 años y que, después de pagar para ponerle frenillos a todos sus hijos, decidió recibir unos ella misma y lucir una mejor sonrisa.
“Cuando el adulto se pone los frenillos está muy decidido a ayudarse, porque la ortodoncia ayuda a la autoestima de un paciente”, explica.
“Si las encías están bien y saludables, no hay edad para ponerse frenillos”, dice el especialista y aclara que los únicos impedimentos para estos tratamientos son el consumo de medicamentos para la atención de la osteoporosis o la diabetes no controlada, pues los pacientes podrían sufrir de inflamaciones irregulares.
Cada vez es más común que los adultos usen frenillos, pues aumentan la preocupación por atenderse la salud de forma integral, incluyendo la bucodental.
Los dientes mal alineados pueden generar desgaste óseo inadecuado, problemas periodontales, e incluso daños de articulaciones y dolores musculares.
En cambio, las dentaduras corregidas tienen una mejor apariencia, se pueden limpiar mejor y su función es más efectiva.
Si bien los tejidos son los mismos, independientemente de la edad, el tratamiento puede durar de un 10% a un 20% más en los adultos en comparación con un niño, debido a la densidad de los huesos.
En algunos casos, el uso de los frenillos puede ser menor a un año, mientras que en otras bocas, el tratamiento podría requerir entre 24 y 36 meses.
El mercado ofrece opciones para disimular el tratamiento bucodental, como los frenillos estéticos, que se ven menos; los brackets linguales (por dentro del diente) y los alineadores invisibles invisalign , que se pueden usar en ciertos pacientes.
Al momento de meditar si ponerse o no los frenillos, es evidente que más vale tarde que nunca.