Los tres primeros meses de la vida de un bebé rompen la dinámica que vive una pareja, especialmente si se trata de su primer hijo. El saber cómo distribuirse los roles de cuido y las otras labores domésticas puede ser algo que genere tensiones.
De acuerdo con un estudio de la Unversidad de Ohio, Estados Unidos, la actitud que tenga la madre hacia cómo se involucra el padre en estos primeros meses es vital en el apego que sienta él hacia su hijo en adelante.
"Hay dos tipos de actitudes determinantes en las mujeres. Están quienes, por temor o nerviosismo, no dejan que los padres se acerquen mucho a los hijos, los cambien o laven sus chupones o ropita porque sienten que ellos no son capaces, o, por el otro, quienes se apoyan en el hombre y participan ambos de forma activa en el cuidado del recién nacido", destacó en un comunicado de prensa Lauren Altenburger, coordinadora del estudio.
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De acuerdo con el reporte, publicado en la revista Journal of Child and Family Studies, las mujeres que caen en el primer grupo de forma constante podrían estar lesionando el apego entre el padre y el bebé.
Según la especialista, estas muestras de desaprobación pueden ser sumamente sutiles, como simplemente hacer una mueca ligera cuando él alza al bebé o cosas más evidentes, como decirle directamente y con tono alterado: "Yo lo hago, usted no sabe hacer eso". Casi todas estas situaciones se dan de forma inconsciente y si hay palabras altisonantes son reflejo del nerviosismo y la tensión.
"Las madres puede que ni siquiera se percaten de cómo las críticas negativas hacia el padre pueden influir negativamente en la forma de paternidad", señaló Altenburguer.
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¿Cómo se hizo el estudio?
Para llegar a estas conclusiones, Altenburger y su colega Sarah Schoppe-Sullivan reclutaron a 182 parejas, en su mayoría casadas y las visitaron dos veces: cuando el menor tenía tres meses y un semestre después, al cumplir los nueve meses.
En ambas visitas los padres respondieron preguntas acerca de cuán abierta era la madre de su hijo a que ellos participaran en las labores de cuido y en qué consistían las actividades en las que se involucraban con su bebé.
Posteriormente, las investigadoras observaban la interacción entre papás y menores durante tres minutos en la primer visita y durante cinco minutos en la segunda visita a los nueve meses.
El apego entre padre e hijos se analizó con base en varios factores, como la forma en la que respondían a los gestos y expresiones del niño, cuánto sonreían y cuánto les hablaban en un tono dulce.
Las investigadoras vieron que los hombres que tenían mayor apertura por parte de sus parejas de estar con sus hijos y menos muestras de rechazo en la visita de los tres meses, tenían una relación mucho más cercana y más apego con el menor en la visita de los nueve meses.
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Posibles explicaciones
¿A qué se debe que algunas mujeres le cierren el involucramiento en la labores de cuido a sus parejas? Para Schoppe-Sullivan, los resultados reflejan que, en nuestra sociedad, todavía se visibiliza a las madres como quienes tienen mayor poder e influencia en la crianza de los hijos.
Muchas, inconscientemente, se adentran tanto en este papel que no permiten que nadie más realice estas labores, o, si lo permiten, ellas dictan cómo y hasta qué punto se envuelven, aunque sean los propios padres.
"Además, muchos papás pueden sentirse más vulnerables a las críticas que las madres porque socialmente podría haber menos apoyo en nuestra sociedad para padres activos e involucrados", expresó la especialista.
Altemburger complementa: "Si el padre siente que su pareja no tiene la confianza en la paternidad que ellos ejercen, ellos podrían 'rendirse' y mostrarse menos positivos y sensibles a interactuar con su hijo.
El mensaje final es que, en estas mujeres, es mejor no criticar de forma muy constante y más bien aprender entre los dos.
"Se trata de darle a los hombres el espacio para ser papás. Tanto padre como madre necesitan mantener los canales de comunicación abiertos y no sean muy rápidos para criticar", concluyó Schoppe-Sullivan.
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