Ante un panorama de variación de temperatura y precipitaciones, la planificación se convierte en una medida de adaptación al cambio climático.
Así lo cree Bastiaan Louman, investigador del Centro Agronómico Tropical de Investigación y Enseñanza (Catie), quien impulsa la idea de los territorios climáticamente inteligentes.
“No solo se trata de impulsar la planificación territorial, sino que esta tome en cuenta al cambio climático”, comentó Louman.
Por ejemplo, si para una región específica se prevé disminución de lluvias y aumento de temperatura, el finquero puede sembrar variedades del cultivo que sean más resistentes a estos cambios, así como implementar otras medidas como plantar árboles que favorezcan la filtración del agua o hacer manejo de residuos de forma que estos puedan volverse a utilizar para sustituir el uso de fertilizantes.
Eso, a escala de finca, pero la planificación con base en el clima puede darse por municipio o país.
Por poner un caso, un municipio podría tomar en cuenta la información sobre mantos acuíferos y no dar permisos de construcción cerca de estos para así asegurar el abastecimiento de agua.
Trabajo conjunto. Aunque Louman no habla de metodología, sí considera que se podrían generar lineamientos.
Lo primero sería identificar los impactos potenciales en el área (finca o municipio) y hacer un análisis de vulnerabilidad; eso es ver qué elementos tienden a agravar la situación (por ejemplo, construcciones en laderas de ríos cuando se prevé un aumento de las lluvias).
Luego, y según Louman, conversar con los diferentes actores para conocer sus propuestas sobre medidas por tomar para adaptarse a esa nueva realidad.
“También habría que tomar en cuenta qué incentivos se necesitarían para hacer esos cambios. Estos incentivos podrían ser desde dinero hasta asistencia técnica, así como propiciar enlaces para la cooperación entre los mismos finqueros, por ejemplo”, comentó Louman.