Un insecticida muy utilizado en las plantaciones de banano podría estar cambiando el cerebro de los peces en ríos cercanos y volviéndolos más vulnerables a depredadores.
Así lo muestra un reciente estudio de la Universidad de Costa Rica publicado en la revista Scientific Reports, el cual muestra que, en ciertas dosis, este químico afecta el sistema nervioso de los peces.
En particular, la investigación se llevó a cabo en una especie nativa de Costa Rica conocida como sardinita de río, la cual es abundante en la vertiente del Caribe como en el Pacífico. Además, sirve de alimento para especies de interés comercial y como carnada para pescarlas.
Según explicó la autora principal del estudio, Natalia Sandoval, este pez sería más vulnerable a depredadores luego de la afectación, ya que no podría huir con la misma agilidad.
“Su habilidad de escapar ante un depredador se vería reducida, al igual que su capacidad de esconderse y evitar ser comido en zonas más oscuras”, explicó Sandoval.
El plaguicida estudiado, llamado etropofós (nombre genérico), es capaz de matar peces en altas dosis. Sin embargo, la investigación muestra que una pequeña dosis puede causar una disminución de hasta 51% en la hormona colinesterasa en la sardina.
Bajos niveles de esa hormona están relacionados con contracción muscular, parálisis y fallas respiratorias en peces.
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Freylan Mena, investigador del Instituto Regional de Estudios en Sustancias Tóxicas (Iret) de la Universidad Nacional, aseguró que esto podría tener importantes impactos a nivel de ecosistema, ya que, cuando el plaguicida se escapa a los ríos podría afectar a las poblaciones de peces.
“Ese mecanismo a nivel nervioso es la razón por la que se usa para matar insectos. Cuando la sustancia se escapa a otros ecosistemas, estos efectos comienzan a ser un problema”, detalló Mena.
Actualmente hay poca información sobre cuánta concentración del pesticida hay en los ríos del país. No obstante, Sandoval aseguró que las dosis otorgadas, a pesar de ser mayores a lo que se ha medido hasta ahora, son esperables de encontrar.
“Si uno fuera a hacer muestreos cuando recién acaban de aplicar el plaguicida, es muy posible que se encuentre una dosis similar (a la utilizada en el estudio)”, dijo la investigadora.
El plaguicida
El etoprofós es un tipo de insecticida muy utilizado en el país y, particularmente, en las plantaciones de banano, a pesar de tener una alta toxicidad ya bien conocida.
La Oficina de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), por ejemplo, encontró que su exposición en cabras y gallinas les generó aminoácidos radiactivos en el hígado y riñones.
Sus efectos en peces, además, también son bien conocidos. Una investigación previa de la Universidad de Costa Rica encontró efectos parecidos de este plaguicida en peces gaspar o pejelagartos.
En ese estudio, los investigadores encontraron que los peces tuvieron una reducción de hasta el 79% de la hormona colinesterasa, a pesar de que la dosis fue de menos de 0.001 gramos por cada litro de agua.
“Este es un comportamiento presente en muchos vertebrados. Muchos de ellos tienen una respuesta de escape que funciona de la misma manera. Las neuronas utilizadas funcionan parecido. Ese mismo efecto se podría estar viendo en varias especies”, dijo Sandoval.
Alto consumo
Si bien sus efectos negativos en la fauna son bien conocidos, el etropofós es bastante común en Costa Rica.
De hecho, según el Manual de Plaguicidas de Centroamérica elaborado por la Universidad Nacional (UNA), este fue el décimo plaguicida más importado al país entre 1977 y el 2006.
Actualmente, 11 marcas se encargan de traer este insecticida a Costa Rica, según el registro del Ministerio de Agricultura (MAG). En uno de los casos, el MAG lo registra como “altamente peligroso” y nocivo para abejas y peces.
“Sabemos que el cultivo que más lo usa es banano. También, ambientalmente, en el Caribe hay muchos cuerpos de agua que se encuentran debajo de bananeras. Hay una asociación entre el uso en ese cultivo y su presencia en el agua”, dijo Mena.
Este mismo registro muestra que el etropofós se puede utilizar en varios cultivos como el banano, caña de azúcar, piña, papa y cebolla, entre otros.
En general, datos de la UNA mostraban en el 2015 que Costa Rica es el mayor consumidor de agroquímicos por hectárea cultivada en el mundo, con 18,2 kg por hectárea. El segundo lugar es China, con 17 kg por hectárea.
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Bananeros responden
El coordinador de la Comisión Ambiental de la Corporación Bananera Nacional (Corbana), Sergio Laprade, aseguró que ellos desconocían el estudio, pero aseguran que “las puertas siempre han estado abiertas a investigaciones”.
De acuerdo con el ingeniero de Corbana, en los últimos 10 años la corporación ha comenzado a implementar investigación en el control de plagas para desechar prácticas nocivas para el ambiente.
“Se respetan las zonas aledañas a cuerpos de agua, las cuales tienen una cobertura boscosa a todo lo largo de los ríos, tal y como lo señala nuestra legislación”, dijo Laprade vía correo electrónico.
El vocero, sin embargo, descartó que exista una responsabilidad única del sector bananero, ya que, según aseguró, el agroquímico “tiene autorización para usarse en más de 12 cultivos”.