Parque Nacional Volcán Irazú ganó 82 hectáreas de páramo

Dos fincas que antes eran propiedad privada y se dedicaban a la producción de leche, se convertirán en áreas protegidas.

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El Parque Nacional Volcán Irazú, pulmón natural cartaginés, extenderá su riqueza boscosa gracias a 82 hectáreas de páramo que se sumarán a su territorio.

Se trata de dos fincas de 47 y 35 hectáreas cada una, equivalentes a 820.000 metros cuadrados entre las dos, las cuales eran propiedad privada y se dedicaban a la producción lechera.

Sin embargo, la compra de estas permitirá que pasen a manos del Estado, y así, tuteladas por el Sistema Nacional de Áreas de Conservación (Sinac), empiecen un proceso de recuperación.

A partir de ahora, ese terreno adquirido –que goza de cobertura boscosa en su mayoría y presenta algunas partes de potrero pendientes de ser reforestadas– solo podrá dedicarse al turismo, la investigación y la educación ambiental.

Esta franja de tierra se unirá al sector Prusia, zona de variada vegetación y gran atractivo turístico con la cual es colindante.

Naturaleza única

¿Qué es el páramo y por qué es importante? Se trata de un ecosistema único ubicado a gran altitud y en el que predomina vegetación siempre verde, especialmente zacatales o praderas, arbustos y árboles enanos. Por sus altas elevaciones, está expuesto a bajas temperaturas y, con esto, a constantes lluvias.

En el caso del páramo del Parque Nacional Volcán Irazú, este es el responsable de proveer gran parte del agua que consumen los cartagineses, explicó Adolfo Artavia, oficial de conservación del proyecto mediante el cual fue posible la compra de las dos fincas, cuyo precio fue de casi ¢309 millones.

“Por esas condiciones extremas que presentan los páramos, hay muchas especies de plantas y animales que solo viven en ellos. El páramo costarricense tiene muchas especies endémicas, es decir, que solo están ahí y de las cuales no hay en ningún otro lugar. Por lo tanto, si se pierden los páramos, es probable que se pierdan esas especies”, aseguró el especialista.

Según contó el ingeniero agrónomo y máster en Conservación de la Biodiversidad, en esas nuevas 82 hectáreas destacan páramos diversos y “florísticamente espectaculares”.

Algunos ejemplos de estos son los árboles de roble (Quercus sp), vitales en la producción de agua y energía hidroeléctrica; el jaúl, ideal para prevenir deslizamientos y erosión; la Salvia sp., para usos ornamentales, medicinales y gastronómicos, y la sombrilla de pobre (Gunnera insigis), que ayuda a fijar nitrógeno y tiene tallos comestibles.

También se encuentran en los nuevos terrenos gran diversidad de macrohongos. Estos descomponen materia orgánica que devuelve minerales al suelo, los cuales, después, son usados por las plantas y, al crecer, estas sirven de alimento para animales herbívoros.

Como el resto de los ecosistemas, los páramos enfrentan amenazas como la cacería, los incendios forestales, la extracción de plantas, la erosión, los deslizamientos, la deforestación y el cambio climático. De ahí la importancia de rescatarlos, enfatizó Artavia.

Una compra con visión

La adquisición del territorio que se añadirá a la jurisdicción del parque nacional cartaginés forma parte del proyecto Propuesta de Compra de Tierras para la Conservación y Protección de la Zona de Vida Páramo Tropical en el área cercana al Parque Nacional Volcán Irazú.

Se trata de un programa ejecutado por la Fundación para el Desarrollo de la Cordillera Volcánica Central (Fundecor), con fondos donados por el Primer Canje de Deuda por Naturaleza entre Estados Unidos y Costa Rica.

Dicho canje es un acuerdo mediante el cual el gobierno norteamericano condona parte de la deuda externa al gobierno costarricense, a cambio de que este último se comprometa a invertir el monto perdonado en un fondo para financiar proyectos de conservación.

La iniciativa entre ambas naciones, que empezó en el 2007 y vence en el 2024, consta en total de $26 millones (más de ¢147.500 millones).

“La compra de estas tierras contribuirá con los esfuerzos del Área de Conservación Central –a la cual pertenece el Parque Nacional Volcán Irazú– del Sinac para conectar este parque con el Parque Nacional Braulio Carrillo”, dijo en un comunicado Lesbia Sevilla, presidenta del comité de supervisión del Primer Canje de Deuda por Naturaleza EE.UU. – C.R.

Felipe Carazo, director ejecutivo de Fundecor, comentó que la adquisición de ese páramo representa un gran paso desde el punto de vista conservación, pues se trata de zonas alteradas por la agricultura y la ganadería, actividades que ponen en riesgo los ecosistemas de la zona.

En el país y en el mundo

En el continente, la mayoría de páramos se encuentran en la Cordillera de los Andes, en América del Sur, región que suma 35.000 kilómetros cuadrados de estos ecosistemas.

Sin embargo, hay dos países en Centroamérica con presencia de estos: Costa Rica y Panamá, que concentran apenas el 0.4% .

Haciendo gala de su diversidad biológica, nuestra nación posee cerca del 80% de las plantas con flores registradas en los páramos del continente.

Uno de estos ejemplares, que constituyen fuente de alimento y resguardo para animales silvestres, es el árbol de aguacatillo, fundamental en la dieta del quetzal. También lo son gran variedad de orquídeas, fundamentales en la alimentación de colibríes, abejas, murciélagos y mariposas.

La gran mayoría del páramo del país está localizado en la Cordillera de Talamanca, en sitios como el Parque Nacional Tapantí-Macizo de la Muerte, Cerro de la Muerte, Parque Nacional Chirripó y Parque Internacional La Amistad.

Unas pocas muestras de este se encuentran en la Cordillera Volcánica Central; en el Volcán Turrialba y en el Volcán Irazú.

En total, el páramo costarricense representa apenas el 0.3% del territorio nacional.

Entre las especies endémicas del páramo tico destacan aves como el yigüirro de montaña, el colibrí garganta de fuego y una especie de reinita conocida como “El amigo del hombre”.

En cuanto a mamíferos, se encuentran el conejo Sylvilagus dicei, endémico de la Cordillera de Talamanca, además de varias especies de ratones y musarañas (un tipo de ratón de hocico puntiagudo) que no existen en ninguna otra parte del mundo.