Aparte de la temperatura, la topografía del país también influye en la variación del patrón de lluvias: los vientos tropiezan con montañas que provocan que las precipitaciones se descarguen más de un lado que de otro.
Al tiempo que en el Caribe lloverá, en Guanacaste no caerá gota. Para el 2080, y según proyecciones del Instituto Meteorológico, las precipitaciones se reducirían en un 70% en el verano (estación seca) y en un 40% en el invierno (estación lluviosa).
La Cruz sería el cantón guanacasteco más afectado. Se proyectan lluvias menores a los 500 milímetros (mm). “Se pronostica un clima semiárido, parecido al clima actual del desierto australiano (...). Si la sequía sigue en el largo plazo, podría ser desertificación”, explicó Damiano Borgogno, oficial de Cambio Climático del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
En la zona norte habría precipitaciones de entre 200 y 700 mm, menores a las de la actualidad.
Los veranos en el Valle Central tendrían un 10% menos de lluvias, y sus inviernos, un 15% menos. Cartago verá disminuidas sus precipitaciones por debajo de los 1.500 mm (hoy rondan los 2.500 mm).
En cuanto a la biodiversidad, las poblaciones de anfibios en zonas bajas disminuirán por la reducción de la hojarasca (hojas en el piso del bosque). A menores lluvias, menor producción de néctar y eso afectaría a los colibríes.
Así lo indica el reporte sobre impacto del cambio climático en la biodiversidad (serie técnica 8), elaborado en el marco del proyecto Biomarcc-Sinac-GIZ .
En cuanto al impacto humano, se prevé un 5% menos de agua en el 2080 y esto podría costarle al país el 10% de su producto interno bruto (PIB). “Eso les generará más presión a los acueductos existentes. Entonces, una inversión resilente va a ayudar a las comunidades y estamos en el momento justo para adaptarnos”, dijo el oficial.