El deshielo de los polos aporta más agua a los océanos y el aumento de la temperatura superficial del agua causa una expansión, lo cual hace que se incremente el nivel del mar.
En su necesidad de crecer, el mar irá carcomiendo los bordes de más del 40% de las playas de Puntarenas, Limón y Guanacaste. A eso se le conoce como erosión costera.
Según proyecciones para el periodo 2010-2040, tal expansión térmica alcanzará 2 milímetros (mm) al año en el Pacífico y 2,8 mm en el Caribe.
Así lo destacó un estudio realizado por el Centro Agronómico Tropical de Investigación y Enseñanza (Catie) para el proyecto Biomarcc-Sinac-GIZ .
“La década más reciente tiene una tendencia de crecimiento del nivel del mar mucho mayor a decenios anteriores y eso va a seguir así”, manifestó Damiano Borgogno, oficial de Cambio Climático del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
En cuanto al paisaje, la erosión costera modificaría las características de las playas, dotándolas de más o de menos sedimento.
Esto es crucial en el caso de las tortugas marinas, las cuales verían limitado su espacio para desovar y sus nidos correrían el riesgo de ser inundados por encontrarse en la línea de marea.
Asimismo, la expansión del mar modificaría la vegetación. Por ejemplo, el árbol de sangrillo –especie emblema del Parque Nacional Cahuita– se vería amenazado por la entrada de agua salada.
Al afectarse la vegetación, algunas especies de animales se verían obligadas a migrar en busca de mejores condiciones ambientales.
Con respecto al impacto en el ser humano, se podrían salinizar acuíferos que proveen líquido para consumo y se limitaría el espacio para vivir con cada metro que le gane el mar a la costa. “Lo más probable es que esas personas se conviertan en refugiados climáticos. Esas personas se moverán a las ciudades y generarán presión en el proceso de urbanización”, expuso Borgogno.