Contaminación atmosférica perjudica calidad de aire en Unión Europea

En el mapa europeo de calidad del aire aparecen como puntos negros grandes ciudades saturadas por el tráfico vial, territorios de producción de carbón y regiones industriales encajadas entre montañas.

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Bruselas y Marsella. En la Unión Europea (UE), decenas de millones de personas están expuestas a niveles de contaminación atmosférica superiores a las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Algunos viven en peores condiciones que otros.

Aun así, la gran diversidad de contaminantes impide realizar una clasificación absoluta de los lugares más contaminados.

En los mapas de la Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA), la llanura del río Po, rodeada en parte por las montañas del norte de Italia, está marcada por varios puntos rojos que denotan una situación problemática.

Según cifras consolidadas en 2016, varias ciudades de esta región se hallan en la zona alta de la tabla de las partículas muy finas (PM2,5), responsables del mayor número de muertes prematuras anuales en la UE (391.000) y en Italia (60.000).

El promedio anual de concentración de PM2,5 alcanza por ejemplo 30 microgramos por metro cúbico (µg/m3) en Padua y 29 en Turín y Milán, mientras que el límite europeo autorizado es de 25.

Aún más, para que un aire sea considerado como saludable, la cantidad de partículas PM 2,5 debe ser menor a 10 por metro cúbico, según criterios de la OMS.

Por ciudades

Turín y Milán forman parte, igualmente, de las ciudades más contaminantes en ozono y dióxido de nitrógeno. Este último supera ampliamente la media anual límite de 40 µg/m3, respectivamente con 70 y 67.

Otra zona negra es el sur de Polonia, con sus centrales de carbón y la persistencia de la calefacción con carbón y leña.

En cuanto a las PM2,5, Cracovia era la segunda ciudad más contaminada de la UE en 2016, con una concentración media anual de 38 µg/m3, justo delante de Katowice, con 34, también en Polonia.

Estos datos son, sin embargo, inferiores a los índices de algunas ciudades asiáticas altamente contaminadas, como Pekín.

Los datos de la AEMA de 2016 muestran por otro lado que tanto en Cracovia como en Katowice se superan los límites medios anuales de dióxido de nitrógeno (más de 50 µg/m3).

Todas las grandes ciudades europeas hacen frente cada año a picos de varios contaminantes y a una contaminación crónica, debido sobre todo al tráfico vial.

Según un informe de Greenpeace, Sofía era en 2018 la capital de la UE más afectada por la contaminación de PM2,5, en el puesto 21.º de la clasificación mundial. Le siguen Varsovia, Bucarest, Nicosia, Praga, Bratislava, Budapest, París, Viena.

Las cifras de la AEMA de 2016 muestran promedios anuales elevados de PM2,5 en Varsovia (26 µg/m3), Sofía (22), Zagreb (21), París (21) y Atenas (20). Con vehículos más vetustos y un sistema energético todavía basado a veces en el carbón, Europa central ocupa puestos elevados.

Las grandes urbes de Europa Occidental asfixiadas por el tráfico están afectadas sobre todo por la contaminación de dióxido de nitrógeno, y en algunas estaciones se superan ampliamente los límites reglamentarios, como en Londres, líder del ranquin con 89 µg/m3 de promedio anual, París (83), Stuttgart (82), Múnich (80), Marsella (79), Lyon (71), Atenas (70), Roma (65).

El sur más soleado de Europa es igualmente víctima del ozono, un contaminante secundario resultado de reacciones químicas entre los contaminantes presentes en el aire (óxidos de nitrógenos, compuestos orgánicos) y el sol.

Así, las mayores concentraciones de ozono se registran a menudo en la región mediterránea en primavera y verano. Las zonas con mayor tráfico vial combinado con el sol son las más afectadas, como en Italia (Génova, Milán, Parma), España (Madrid) y Grecia (Atenas).

Ciudadanos reclaman más acción

Aunque la Unión Europea suele poner de relieve que posee algunas de las normas ambientales más estrictas del mundo, los vecinos denuncian el aire envenenado que respiran.

“Hay falta de voluntad de parte de Europa”, dijo Daniel Moutet, desde Marsella, quien muestra un rostro cansado por los años de lucha.

Comenzó el año pasado con una diabetes, posiblemente relacionada a las emisiones que tanto denuncia. Él es una de las figuras clave en la lucha contra la contaminación en Fos-sur-Mer, en la costa del Mediterráneo y a unos 50 km al noroeste de Marsella.

Con vistas a una playa inmaculada, en un impresionante paisaje de acero y concreto, docenas de chimeneas sueltan humo.

“Hay algunas de esas columnas que son blancas, pero es vapor de agua. Pero también hay (columnas) que son rojas o amarillas, que son las más peligrosas. Hemos aprendido a reconocerlas”, explica Martine Monnier, de 65 años, que disfruta del sol de primavera en la arena.

En Fos, como en otros lugares, la legislación europea impone niveles máximos de contaminantes en el aire. Francia debe cumplirlo y establecer umbrales de emisión para las fábricas.

Algunos puntos están mejorando, como verificó a fines de marzo un estudio sobre anillos de árboles: mostró una reducción en la contaminación por mercurio desde la década de 1970, en paralelo con el endurecimiento de las normas.