En la Sabana de los Leones, en el Parque Nacional Chirripó (PNC), se han observado jaguares. Incluso, en las otras partes del área silvestre protegida se registran huellas de estos.
Aunque se les suele ver en bosques lluviosos de tierras bajas, los científicos sí reportan la presencia de estos felinos hasta en los 3.820 metros sobre el nivel del mar (msnm).
Más allá de apreciar su magnificencia, los jaguares son indicadores de la salud del ecosistema, un dato relevante a la hora de tomar decisiones para el manejo del parque nacional.
Por esa razón, y aparte del jaguar, los guardaparques buscan identificar otras especies, y para ello contarán con la ayuda de cinco organizaciones comunales.
Junto a estas emprenderán, a partir de setiembre, un programa de monitoreo biológico.
“Queremos empezar a generar esa línea base de información que sí tienen otras áreas protegidas, pero de la que Chirripó carece”, manifestó Bernal Valderramos, administrador del Parque Nacional Chirripó. Con este fin, los guardaparques están capacitando a miembros de las comunidades en la metodología por emplear, la cual incluye el uso de cámaras trampa y geolocalización.
Según el funcionario Valderramos, este es uno de los beneficios de la concesión de servicios no esenciales adjudicada al Consorcio Aguas Eternas para la atención del turismo, ya que ahora los guardaparques podrán enfocarse en proyectos de investigación.
Estudios. Para Valderramos, ya existe una experiencia previa de monitoreo biológico de la reserva privada Cloudbridge, que colinda con el parque nacional.
“Ya hemos hecho monitoreo de mamíferos y también lo estamos haciendo con murciélagos, usándolos como indicadores asociados a las áreas que se han quemado por incendios forestales; esto, para determinar el impacto. La información se comparará con datos tomados en áreas que no han sido quemadas, para ver si las especies están frecuentando los mismos sitios”, comentó el guardaparques.
A la fecha, Chirripó cuenta con 20 cámaras trampa. Sin embargo, la meta es duplicar la cantidad de estos aparatos y redistribuirlos por todo el parque.
“Estamos identificando los sitios idóneos para recopilar información y así aprovechar mejor el recurso”, dijo Valderramos.
Otro estudio pretende medir el impacto de la trucha en el río Talari, ya que esta es una especie introducida, no propia del área.
Asimismo, se cuantificará el impacto de la depredación de los coyotes sobre especies endémicas, como el conejo de páramo.
Para octubre de este año, también se prevé el inicio del monitoreo de aves en los distintos pisos altitudinales de esta área protegida; es decir, a las diferentes altitudes. “Esto, para observar si los rangos de distribución corresponden a la literatura o si están cambiando debido al cambio climático”, explicó Valderramos.