Voluntarios, guardaparques y personal de Bomberos de la Isla del Coco se unieron en un grito de celebración cuando la última paca de hilo de pesca se subió a una de las tres lanchas que fueron utilizadas para llevar hasta una embarcación, las 14 toneladas de residuos y desechos que durante años se acumularon en ese parque nacional.
La idea es que estos residuos sean reutilizados con fines artísticos y educativos, para que nunca más vuelvan al mar.
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Para los funcionarios que laboran en el sitio, ubicado a 532 kilómetros de distancia del suelo continental costarricense, aquel momento de júbilo tuvo un ingrediente especial, después de todo, para ellos la Isla no es solo un lugar de trabajo, sino un hogar, donde pueden pasar hasta un mes de tiempo.
En el 2017 se había realizado un esfuerzo similar con la idea de que el Parque Nacional Isla del Coco (PNIC) llegara a sus 40 años libre de innumerables artes de pesca (líneas, anzuelos, boyas y otros), equipo obsoleto y basura marina, que después de navegar a la deriva llega a las costas de esta área marina protegida.
Si bien la iniciativa original no prosperó, las bases habían quedado sentadas.
“A partir de ese esfuerzo se procedió a recoger todos los desechos, clasificarlos. Nos frustramos bastante, nos quedamos con todo pero por lo menos era un avance, esperando a futuro que se pudiera hacer efectivo el retiro de todos los artículos”, expresó Víctor Acuña administrador a. i. del parque.
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La fase final del retiro del material se comenzó a fraguar el 20 de marzo pasado y llegó a su punto máximo el 27 del mismo mes, cuando la embarcación White Holly, de la organización ecologista Sea Sheperd, llegó a Caldera, Puntarenas, con las 14 toneladas de desechos.
Trabajo de hormiga
Voluntarios y guardaparques se dieron a la ardua tarea de recolectar, ordenar los residuos y movilizarlos hasta bahía Wafer, donde se encuentra la principal estación de guardaparques.
Este acomodo también dejaba a simple vista la gravedad del problema, tanto para los funcionarios como para los visitantes del parque, que para pisar tierra deben desembarcar por este punto o bahía Chatham.
Una bodega repleta hasta el techo de línea de pesca, así como cientos de boyas y estañones llenos de anzuelos desnudaban la problemática del material acumulado, pero también del impacto que ha tenido la pesca ilegal en este sitio.
"Son hallazgos, no realmente decomisos. El sistema que usaron por muchísimos años los pescadores de palangre dentro de la Isla del Coco fue entrar al área protegida, tirar el equipo de pesca, cortarlo, salirse ellos del área protegida y después regresar unas horas después a rescatarlo.
“Cuando nosotros salíamos a hacer patrullajes encontrábamos esos equipos dentro del agua, pero no lo encontrábamos pegado a una embarcación, entonces es un hallazgo”, aclaró Esteban Herrera, director de Áreas Silvestres Protegidas del Área de Conservación Marina Cocos (ACMC).
A estos desechos se sumaba maquinaria obsoleta, muebles, equipo de oficina, electrodomésticos y otros insumos empleados por los guardaparques, que habían cumplido su vida útil. Así como desechos plásticos provenientes de Ecuador y Colombia.
De acuerdo con Acuña, estos residuos llegan al parque impulsados por las mareas Humboldt, “que nos llenan todas las playas de la Isla de puros desechos plásticos que se nos acumulan”.
La remoción de los desechos se hizo a través del proyecto 'Limpiando nuestra Isla del Coco’, ideado por la empresa Smart Rabbit, en colaboración con la Fundación Amigos de la Isla del Coco (Faico). También participaron el Área de Conservación Marina Cocos (ACMC), Minae, Sea Sheperd, SC Jonhson de Centroamérica S. A. y Rex Cargo.
Alternativas para sacar la basura
La Isla del Coco es la última frontera natural de Costa Rica, quienes la visitan en barco deben viajar en promedio 36 horas de ida y venida, cuando las condiciones son óptimas.
Sin embargo, es hasta setiembre del año pasado que el Gobierno comenzó a contratar embarcaciones para transportar exclusivamente a los funcionarios del parque, voluntarios y otros colaboradores.
"Antes de eso todos nuestros funcionarios tenían que viajar en embarcaciones turísticas y bajo un convenio de cooperación a lo que teníamos derecho era al espacio para tres o dos personas en cada uno de estos barcos y la cantidad de material que pudiéramos llevar.
“Pero estamos hablando que son barcos de turismo, entonces no podemos estar llevando un montón de basura, escombros, lata, chatarra, plástico, etcétera”, explicó Herrera.
El funcionario considera que la contratación de los barcos para uso exclusivo de los funcionarios también hará más fácil la logística para retirar periódicamente objetos y material que hasta ahora se ha ido acumulando.
“Si va a ir un motor en la popa del barco, a ninguno de nuestros funcionarios le va a estorbar”, dijo Herrera, lo cual probablemente sí incomodaría a un turista.
Además, se trabaja en buscar convenios con recicladoras, ya que “no es un asunto de llevar el problema a otro lado”.
“Tenés que estar seguro que la basura va a tener algún trato y que vaya a ser reutilizada lo más posible”, indicó.
Trazabilidad de material reutilizable
Una de las finalidades del proyecto de limpieza, es que las toneladas de desechos se conviertan en material reutilizable, por ello es que, por ejemplo, una parte de la línea de pesca será fundida como materia prima para producir textiles.
Asimismo, las líneas, anzuelos y boyas serán utilizados para fines educativos en las escuelas y colegios que se sumen a la campaña #miisladelcoco, desarrollada por Smart Rabbit y que tiene como meta que 500.000 ticos conozcan este año la Isla del Coco por medio de la realidad virtual.
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También está previsto que el material de pesca se utilice para la creación de obras de arte y esculturas alusivas a la isla.
En cuanto a los equipos y otros desechos de plástico y metal, se tratarán con una empresa de gestión ambiental.
Una muestra de que este material de pesca puede tener un nuevo uso se encuentra en la misma Isla del Coco, ahí los funcionarios aprovecharon las boyas y la línea, para crear el llamado puente Copey, ubicado sobre el río Genio.
Con el paso del tiempo, la estructura se ha ido integrando al entorno, cubriéndose de la vegetación característica de la zona.
La trazabilidad o proceso de uso de los desechos estará a cargo de Faico, organización que este año celebra 25 años de ser un socio estratégico de la Isla del Coco.