Costa Rica atesora un pedacito de la Luna

Fragmentos de roca lunar se exhiben de manera permanente en el Museo Nacional

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Bajo el inventario número 4523, en la sala de historia del Museo Nacional, en San José, se resguarda una esfera en acrílico de 27 centímetros de alto, 25 centímetro de ancho y 19 de fondo. Adentro, se miran unos minúsculos fragmentos rocosos que despiertan la curiosidad de los amantes de las ciencias y el espacio.

Se trata de muestras lunares, traídas a la Tierra por los astronautas del Apollo 11 y que fueron donadas por el expresidente de Estados Unidos, Richard Nixon a Costa Rica, a principios de la década del 70, según explicó Marlin Calvo, jefe del departamento de Protección del Patrimonio Cultural del Museo.

Debajo del acrílico, también se localiza una pequeña bandera nacional que habría viajado a la Luna durante la exitosa misión de 1969, tal como sucedió con otra cantidad de banderas de diferentes países amigos de Estados Unidos.

Ambos objetos han sido mostrados a los costarricenses en distintas épocas y han recorrido instituciones como el Banco Central y la Biblioteca Nacional. También han permanecido guardadas durante algún tiempo pero ahora están en exhibición permanente en la Sala de Historia Patria, en el antiguo Cuartel Bellavista.

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Valor incalculable

Aunque las muestras están encapsuladas y no ha sido posible efecutarles estudios científicos en nuestro territorio, el geólogo y vulcanólogo, Guillermo Alvarado Induni, explicó que estos fragmentos deben ser rocas basálticas, de origen volcánico, parecidas a las que se hallan en la Tierra, pero con minerales que obviamente no existen en el planeta.

“En nuestro satélite también encontramos polvo lunar (fragmentos de la roca producido por impactos de meteoritos) y rocas cristalinas, pero creo que las que tenemos en el país son basaltos”, puntualizó el científico.

Según él, la edad de estas muestras es variada, pero andarían entre los 3.000 a 4.000 millones de años, dependiendo de su tipo (el polvo lunar sería el más antiguo, de hasta 4.600 millones de años).

¿Por qué son importantes estas muestras? Los científicos que han podido hacerles análisis en otras latitudes, aseguran que estas cambiaron la comprensión de cómo se forman los planetas.

“Las muestras recolectadas durante la misión Apolo 11, en 1969, rápidamente refutaron la idea de que los cuerpos planetarios, incluso los del tamaño de nuestra luna, tuvieron comienzos fríos”, explicó Richard Carlson, director del Departamento de Magnetismo Terrestre de la Institución para la Ciencia Carnegie, Estados Unidos, en una revisión que hizo para el especial que publicó la revista Science por el 50° aniversario del alunizaje.

Las muestras dan pie a pensar que la creación del satélite habría sido “mucho más violenta, con la presencia de un gran océano de lava, con icebergs de roca flotando, que existió en su superficie en un momento dado", indicó, por ejemplo, Lucas Cieza, investigador del Núcleo de Astronomía de la Universidad Diego y consignado por El Mercurio, de Chile.

En esa publicación se explica que las muestras también develaron que la Luna tiene la misma composición isotópica que la Tierra.

“Esta es una especie de huella dactilar de los cuerpos del sistema solar y, como tal, ninguna es igual a la otra. Por ello, la única forma de lograr esa coincidencia era que la Luna se hubiera formado a partir de la Tierra”, resume el diario chileno, al referirse a una hipótesis de que un objeto muy grande habría chocado contra nuestro planeta, tras lo cual se habría desprendido parte de su corteza.

382 kilogramos

Los fragmentos que están en Costa Rica forman parte de los 382 kilogramos de rocas lunares que trajeron consigo los tripulantes de seis misiones Apollo, entre 1969 y 1972.

Gran cantidad de ellas fueron obsequiadas a 135 naciones como símbolo de buena voluntad de Estados Unidos; algunas aún se conservan en instituciones científicas y museos, pero muchas otras fueron robadas, dadas por desaparecidas o hasta destruidas.

En los últimos años, Joseph Gutheinz Jr, agente especial retirado de la Administración Nacional de la Aeronáutica y del Espacio (NASA) y sus estudiantes, se han dado a la tarea de investigar sobre el paradero de estos fragmentos en países como Afganistán, Chipre, Irlanda, Libia, Malta, Nicaragua, Honduras, Rumania y España, entre otros, reportó la agencia de noticias AFP.

Sus indagaciones (y recuperaciones en algunos casos) pueden revisarse en el sitio web: collectSPACE, especializado en la historia de la exploración espacial.