El cometa 67/P Churyumov-Gerasimenko es tan duro como el hielo. A esa conclusión llegaron los científicos de la Agencia Espacial Europea (ESA), luego de analizar los primeros datos enviados por el robot Philae.
Aunque el robot se encuentra en reposo porque no recibe suficiente luz para cargar sus paneles solares, la batería que llevaba consigo le dio energía durante dos días.
Eso le permitió realizar las primeras exploraciones y tras un trabajo de 60 horas, Philae envió datos a la nave Rosetta.
Uno de los instrumentos utilizados por Philae fue el taladro SD2 y, gracias a este, los científicos se percataron de que la superficie del cometa es diferente a lo que pensaban.
“Aunque se incrementó gradualmente la potencia del martillo, no lo pudimos conducir a la profundidad del suelo”, dijo Tilman Spohn, investigador del Instituto de Investigación Planetaria de Alemania.
Sin embargo, gracias al taladro SD2, se descubrieron las primeras moléculas orgánicas, que aún deben analizarse.