Activista contra pseudociencias: ‘El mayor riesgo de esta ola de desinformación es tomar malas decisiones’

Andrew Hoffman es profesor universitario de administración sostenible en la Universidad de Michigan, pero, más allá de eso, combate las noticias científicas falsas. Él estuvo en Costa Rica y ‘La Nación’ lo entrevistó

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“Ahora vivimos en una era tecnológica en donde tenemos difusión masiva de textos que nos dicen que el cambio climático no existe, que las vacunas son malas, que los productos genéticamente modificados (GMO, por sus siglas en inglés) nos van a matar y nos ofrecen remedios naturales para todo. El problema es que estos se redactan con el mismo lenguaje y se les da la misma cara que a las noticias serias, y hay quienes no solo caen en ellas sino que lo comparten con los demás”.

Así de enfático fue Andrew Hoffman al referirse sobre la difusión de pseudociencias y noticias falsas en una sociedad en la que la información está cada vez más al alcance de todos, pero los textos e imágenes que ‘engañan’ también lo están.

Él es profesor de Negocios y Sostenibilidad en la Universidad de Michigan, Estados Unidos. A su vez, su investigación se basa en cómo los aspectos culturales y el conocimiento marcan las decisiones de las personas. En sus estudios también ha explorado el rol de las pseudociencias y cómo estas han entrado a jugar un rol en la toma de lo que él considera decisiones malas o equivocadas.

“El mayor riesgo de esta desinformación es que podemos tomar malas decisiones. Ese riesgo ha estado siempre, pero las redes sociales lo han catapultado. Desgraciadamente muchas veces estas decisiones son llevadas a referendos públicos donde la gente vota; el problema es que vota no solo sin tener la información necesaria, sino que tiene mal la información. Eso no es democracia”, aseveró el especialista.

Y agregó: “tampoco es democracia el que se hablen constantemente de las mayorías. Si siempre se le da la voz a las mayorías, las minorías se ven afectadas negativamente”.

Hoffman estuvo en Costa Rica para brindar charlas y cursos en la escuela de negocios Incae, en La Garita de Alajuela. La Nación conversó con él y esto es un extracto de la entrevista.

--¿Cómo han impactado las pseudociencias en la vida académica?

Sí han cambiado nuestra dinámica. Aunque no seamos exactamente profesores de ciencias nos encontramos expuestos a ellas. Ahora no solo debemos enseñar sobre los hechos, también sobre cómo filtrar las informaciones que nos llegan, cómo verificar. Ahora más que nunca debemos enseñar a la gente a pensar.

"Y también debemos decirle a la gente que no tenga miedo de decir lo que piensa, aunque sea diametralmente opuesto. Rételos, respetuosamente, pero rételos. Eso sí, antes de dar esa opinión asegúrese que está fundamentada en datos y hechos, haga su tarea e investigue, no vaya a ser que usted más bien sea quien tenga una opinión infundada y mal fundamentada.

“Pero sí, sí está bien decir ‘lo lamento, no hay espacio para que los racistas hablen aquí’ o ‘lo lamento, no quiero que mis hijos jueguen con niños que no están vacunados’. Si nos preguntan las razones, debemos estar preparados con datos, no nos guardemos esos datos para nosotros, expongámoslos”.

--En una sociedad donde la desinformación está al alcance de todos, ¿cómo saber si realmente mis datos están bien fundamentados?

Es cierto que hay más desinformación ahora, pero también hay más personas y medios de comunicación responsables chequeando y revisando cada dato y diciendo qué es verdad, qué es verdad a medias o bajo ciertas condiciones y qué del todo es falso.

"Solo para dar un ejemplo, en el primer mensaje que dio a la nación Donald Trump este 2019 muchos medios de comunicación, grandes y pequeños, y muchos periodistas independientes estaban, datos en mano, diciendo lo que no era cierto y debatiéndolo con datos.

"Mis recomendaciones para quienes dudan de cuándo algo está bien o mal es decir, en primer lugar, que si estás dudando ya estás en un buen lugar, porque el primer paso es dudar, ser escéptico. Después, sea curioso, y preocúpese por aprender, por leer, por preguntar cuando no está seguro de si algo es cierto.

“Mi esperanza es que al final de todo esto la ciencia va a ganar porque tiene sus datos. Sí, hay grises, pero hasta los grises mismos tienen información que indica por qué no son ni blanco ni negro”.

--¿Cómo relaciona usted la lucha contra la pseudociencia con algo que a simple vista no tiene tanto que ver, como son sus lecciones de administración y negocios?

Porque los negocios ya no son vistos solo como algo para hacer dinero, van más allá y se buscan impactos sociales.

"Pero además, las nuevas generaciones son conscientes de una cosa: malas prácticas en el mercado sí tienen impacto sobre el cambio climático. La ciencia tiene un impacto para hacer mejores negocios y para no arruinarlos.

“Con solo hablar con productores agrícolas te vas a enterar de que tal vez ellos no digan directamente las palabras ‘cambio climático’, pero sí te dirán que ya no pueden sembrar ciertos cultivos en sus tierras porque se les mueren, o que cultivos que nunca habían podido tener en sus tierras sí pueden sembrarlos ahora. Te dirán que todo esto tiene un impacto económico. No son pocas las personas que ya no tienen la capacidad de mantener a su familia como antes porque algo ha cambiado en las condiciones del clima”.

--Y esto no solo tiene impacto en los cultivos...

Pues no, se ve en esferas que nos impactan directamente como sociedad. En estos momentos tenemos niveles de obesidad infantil como nunca antes habíamos visto. Y sobre esto también hay pseudociencia e informaciones falsas. La ventaja es que siempre tendremos los datos que nos dirán que sí.

“Hay gente que no le cree a los políticos cuando hablan de estos datos, pero por eso todos debemos informarnos y hablarlo en voz alta: siempre hay alguien que requiere de esa información correcta y si nosotros hacemos nuestra tarea podremos ser ese alguien que les proporcione información clara y veraz”.