Crónica: Pude andar en bici alquilada por París, ¡no lo voy a hacer en San José?

Ir a pie de Notre Dame a Sacré-Cœur es casi igual que del Teatro Nacional al Estadio Saprissa

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Era junio y el ambiente parisino estaba que ardía. La temperatura podría haber estado como en unos 30 grados. Recordaba los días muy calientes en San José o Alajuela.

Caminé con los zapatos equivocados las últimas 48 horas.

Eso se debía a la incredulidad de que la ciudad era realmente grande, tal y como me lo aseguraban mis compañeros que ya habían ido. Las ampollas en los pies hacían de las suyas. Quería flotar para evitar el dolor y apreciar los alrededores.

Pensaba que la buena condición física me permitiría caminar 20 kilómetros diarios sin problemas.

Son tantos los sitios turísticos e históricos, así como las grandes distancias, que una recomendación muy válida es la de acostumbrarse a caminar mucho: quienes lo hacemos en San José, lo hacemos poco en comparación a cuando se anda paseando.

Estaba en el puro centro de París, en la Isla de la Ciudad, sobre el río Sena. Ya había hecho la fila bajo el fuerte sol y había entrado a la catedral de Notre Dame (Nuestra Señora).

Después de una hora conociendo el interior de la joya arquitectónica, mis pies sobre el “Point Zero”, frente al templo, suplicaban regresar a la habitación y por momentos los escuchaba gritarme: ¡regresate ya a Montmartre (al norte), estallate las ampollas y ponete tenis!

Al ver el mapa, aquella voz interna me decía: “son 5 km del alma que no podrás caminar”. Me hospedaba una cuadra al sur de la basílica Sacré-Cœur (Sagrado Corazón) en el distrito 18.

Sabía que el trayecto me tomaría unos 60 minutos a pie.

Empecé con mucho dolor, crucé el puente de Arcole y luego de unos 400 metros hacia el norte apareció como un oasis una terminal de bicicletas de alquiler marca Vélib’.

El siguiente video es una mezcla de escasas tomas que capté —por seguridad— y reflejan lo que pienso de cómo vivir en una ciudad: en este medio de transporte se disfrutan los desplazamientos, rinde el tiempo y luego, al andar por ahí, se aprecia tanto a artistas musicales como a callejeros con un balón de fútbol.

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Vi en una bici y en un menudillo de euro la salvación para ir a la habitación.

Si hubiera un sistema de alquiler de bicicletas en Lumaca (estación de buses en avenida 10), me encantaría tomar una para ir al trabajo en Tibás.

La distancia que me proponía a caminar en Francia era la misma que comprende el trayecto entre el Teatro Nacional y el Estadio Saprissa.

¿Cuál tico hace(mos) eso? Ninguno. Nos mal acostumbramos a que los buses deben estar conectados con otras rutas a pocos metros. Claro, la capital europea tiene un sistema de metro.

Conclusión del recorrido.

El tiempo de mi travesía entre los templos disminuyó de una hora, caminando, a 30 minutos, pedaleando.

Pude comprar unas agujas en una tienda de telas y estallarme las dolorosas bombitas de agua que mis pies habían creado. Me puse las tenis y devolví la bicicleta en otro punto de París. Sentía un ligero alivio en las piernas que me permitió ir a ver el largo atardecer de las 9:30 p. m. en lo alto del Sagrado Corazón.

Allí estaba el freestyler guineano Iya Traore.

En el video, el cantante callejero interpretaba Wish You Were Here, de Pink Floyd.

Le presté más cuidado del debido a la letra y la situación para Costa Rica me hizo cuestionar, ¿podemos comparar París y San José en movilidad urbana?, ¿creemos poder diferenciarlos?

¡Cómo desearía que usted hubiese estado allí conmigo! ...caminando o pedaleando por el mismo viejo suelo.

¿Cómo se obtiene este beneficio?, se preguntará.

Fácil. Se escoge el idioma en una cabina similar a la de los teléfonos públicos, la cual se ubica a la par de las bicicletas. Allí, se ingresan los datos de la tarjeta de crédito y se escoge el tiempo que se desea usar la bici: 30 minutos o una hora. Seguidamente, se digita el número de la terminal donde se encuentra la bicicleta y listo: el candado se abre y ella es suya.

Se debe regresar puntualmente. De lo contrario, habría multa.

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