Los ticos no compartimos noticias falsas, o al menos eso queremos creer.
Según un nuevo estudio de Unimer, cuatro de cada cinco costarricenses dice que no comparte noticias falsas, e igual proporción asegura saber distinguir ese tipo de “noticia”.
Además, la mayoría (81%) dice que siempre o casi siempre corrobora la fuente antes de compartir una noticia.
Apenas un 11% admite haber compartido noticias falsas: Cerca de la mitad explica que “las creyó ciertas” y otro tanto reconoce que lo hizo sencillamente “por molestar” o “en broma”. (El estudio tiene un margen de error de 4,4 punto y un nivel de confianza de 95% y se hizo en línea en el primer semestre de 2018 a 204 personas).
Con esos números, sería de esperarse que la circulación de informaciones falsas en el país fuera mínima pero, curiosamente, más del 80% se queja de que encontrar noticias falsas en Internet es “bastante frecuente”.
Para muestra, basta con ver algunas de las noticias falsas desmentidas por #NoComaCuento. Por ejemplo, se comprobó que es falso que se estén construyendo precarios en Alajuelita para recibir refugiados nicaragüenses. La “noticia” que difundió esa supuesta afirmación dice: “Vamos a investigar esta información para verificar si es cierto, pronto estaremos informando porque hay muchos rumores”.
Pese a ello, la información fue compartida (y sigue compartida y publicada hasta el día de hoy) más de 1.750 veces y recibió más de mil comentarios, entre los cuales muchos la dan por cierta y hasta proponen tomar medidas (“Qué pasa con la muni”, “Esto amerita una manifestación de cantón”, “Yo apoyo una manifestación, ya es mucha la alcahuetería”, etc.).
Y, si algo quedó claro en las últimas semanas, es que en Costa Rica las noticias falsas las comparten hasta diputados.
La realidad es que hay quienes creen poder distinguir las noticias falsas, pero no se dan cuenta ni cuando las tienen al frente.
También están quienes creen que “corroborar la fuente” consiste en ver si confían en la persona o sitio que compartió la noticia, y no en quien la escribió. Un estudio de Media Insight Project encontró que “si los lectores confían en quien comparte la noticia, eso importa más que quien produce el artículo – o incluso si este es producido por un medio noticioso de verdad o uno ficticio”.
Otros comparten noticias falsas al propio, sabiendo que son falsas pero creen que así pueden influenciar a otros o por “molestar”. Un estudio de la Universidad de Oxford analizó el perfil de este tipo de individuos y encontró que se trata de un segmento de la población que “no es capaz de hablar de política o compartir ideas en una forma sensata con el resto de la población”, según dijo el investigador Philip Howard a una publicación inglesa.
¿Qué motiva estos comportamientos?
Es algo que está empezando a estudiarse con mayor detenimiento, pero los expertos apuntan a varias explicaciones:
- Estas personas ven la información falsa como un recurso para influenciar la opinión de otros, particularmente si creen que sus “oponentes” están dispuestos a hacer lo mismo.
- Compartir información extrema representa una oportunidad de reafirmar su identidad, ideologías y pertenencia a algún grupo. Es decir, no comparten para informar o convencer, sino para expresar su grado de apoyo u odio a determinadas ideas.
- Buscan ganar popularidad en sus círculos sociales. En redes sociales el contenido dramático y falso se expande más rápidamente, lo cual incentiva a algunos a compartir información incendiaria.
Tratar de discutir con una persona así no tiene mucho sentido, dice Howard, pero hay un elemento que se puede utilizar para hacerlos recapacitar sobre su comportamiento: La honestidad. Algunos estudios muestran que los seres humanos tenemos una tendencia a querer ser percibidos como honestos y, aún en esta era actual de desinformación, reaccionamos cuando nuestra honestidad es cuestionada.
En ese sentido, hacerles ver a quienes comparten material falso que hacerlo revela más sobre su carácter deshonesto que sobre sus creencias puede ayudar a disminuir el avance de información falsa y, con ella, buena parte de la leña que se le está echando al fuego de las divisiones y conflictos políticos y sociales de la actualidad.