Durante los dos pasados cierres de año, la economía costarricense ha enfrentado un panorama complicado ante la situación fiscal del país.
Altas necesidades de financiamiento, rebajas en la calificación de deuda, altos niveles de incertidumbre y descontento social caracterizaron los últimos meses de 2017 y 2018.
2019 presenta una realidad distinta, el horizonte se ve un poco más claro gracias a los avances en la búsqueda de sostenibilidad de las finanzas públicas. Sin embargo, aún hay obstáculos que superar. El primero de ellos, retomar la confianza del sector empresarial, motor de la economía.
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Lograr una mayor cohesión en el sector empresarial como interesado y participante activo en el proceso de reactivación económica se debe considerar. En días recientes, la unión se ha perdido, esto evidenciado en la salida de algunas cámaras del Unión Costarricense de Cámaras y Asociaciones del sector Empresarial Privado
Hoy tenemos un nuevo ministro de Hacienda, Rodrigo Chaves, cuyo reto será demostrar sus capacidades de liderazgo y disposición para la continuidad de la reforma fiscal, que de manera activa y como símbolo de cambio avanzó la exministra Rocío Aguilar, esto como pilar para aportar a una recuperación de la confianza.
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Durante noviembre y diciembre, las calificadoras de riesgo visitan Costa Rica para hacer las revisiones correspondientes. Demostrar la capacidad del país de ejecutar las medidas para mejorar las finanzas del estado, al tiempo que hay disposición para una continuidad de forma que el ajuste sea más representativo, es clave para mejorar o al menos mantener nuestra perspectiva de calificación.
La colocación de Eurobonos también será relevante, pues ella no solo cubrirá necesidades de financiamiento del Gobierno, las cuales al menos a nivel interno no han terminado de ser satisfechas, sino que también aportará a un mejor perfil de la deuda costarricense.
Lograr los hitos previamente mencionados, aportaría a un ambiente de mayor estabilidad económica, que, de la mano con una hoja de ruta de reactivación económica y generación de empleo, iniciaría un proceso de mejora de la calidad vida de los costarricenses.
La desconfianza se mantiene alta entre los consumidores, su gasto se ha vuelto sumamente conservador ante un sentimiento negativo sobre el futuro, es necesario un esfuerzo para mejorar su perspectiva.