¿Qué tienen en común Daniel Ortega y el primer ministro de Camboya?

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Asumió el poder después de ayudar a derrocar a un dictador, pero luego se aferró a su cargo a costa de hacer desaparecer a la oposición y debilitar la institucionalidad democrática de su país.

¿Le suena conocida esa fórmula para perpetuarse en el poder?

También se le acusa de perseguir a la prensa y obligar a sus opositores a huir al extranjero para proteger su vida.

Los ingredientes podrían ser de la receta aplicada por Daniel Ortega en Nicaragua, pero en este caso se trata del primer ministro de Camboya, Hun Sen.

Hun ganó, el domingo anterior, unas elecciones sin oposición que le permitirán extender sus ya 33 años en el poder y controlar por completo el Parlamento.

El Partido del Pueblo de Camboya (PPC), al que pertenece, habría logrado quedarse con las 125 curules que estaban en disputa.

La cuestionada victoria llega luego de que un tribunal —al que se le cuestiona su independencia— decidiera a finales de 2017 disolver el Partido de Rescate Nacional de Camboya (CNRP) por supuestamente conspirar contra Hun. Kem Sokha, el principal líder de la agrupación opositora se encuentra bajo arresto desde setiembre. Además, se le prohibió a 118 opositores participar en política por cinco años.

El CNRP era la principal amenaza al poder de Hun Sen, en las elecciones de 2013 obtuvo el 44,46% de los votos y consiguió 22 curules.

Además de bloquear a la oposición, el líder camboyano también se ha encargado de silenciar a los medios de comunicación que lo cuestionan.

Un informe de Reporteros sin Fronteras sobre el tema habla del cierre de periódicos y radioemisoras, así como de persecución contra periodistas.

Actualmente, Camboya ocupa el puesto 132 de los 180 países que conforman la actual clasificación mundial de la libertad de prensa elaborada por Reporteros Sin Fronteras.

Solo en el fin de semana de las elecciones se reportó el bloqueo de unos 15 sitios web de noticias, contrarios a Hun.

Su pasado

Hun Sen fue un jemer rojo que huyó al exilio y regresó después de que las fuerzas vietnamitas derrocaron al dictador Pol Pot en 1979, en ese momento fue nombrado como ministro de asuntos exteriores y a partir del 85 asumió como primer ministro. En esos primeros años se le acusó de torturar a miles de prisioneros políticos.

Con la llegada de la democracia con pluralidad de partidos políticos, en 1993, Hun empezó a gobernar en coalición con el partido monárquico Funcinpec hasta 1997, año en que organizó un golpe de Estado contra el príncipe Norodom Ranariddh, con quien compartía el poder y a partir de ahí se terminó de consolidar al frente de Camboya.

Durante el golpe, se le ligó con la ejecución sumaria de ministros y con el arresto de oponentes políticos.

También se le relaciona con varios casos de corrupción relacionados con el otorgamiento de tierra para inversiones extranjeras y la explotación de petróleo y minerales.