El pasado sábado 19 de febrero, la diputada electa Pilar Cisneros, del partido Progeso Social Democrático (PPSD), dijo en una gira en Puntarenas que en Costa Rica podría darse un “chorreo de votos” durante el proceso electoral. Estas fueron sus palabras íntegras:
“Esto no está ganado, tenemos al frente a un enemigo poderoso, con una estructura sólida, y capaz de hacer chorreo de votos para quitarnos esta elección”.
La frase no fue bien recibida, en general, porque Costa Rica es considerada mundialmente como una de las democracias con un sistema electoral más robusto.
Por ejemplo, Costa Rica es la tercera democracia más sólida del continente americano tras la de Canadá y Uruguay, según el más reciente Índice de Democracia publicado por la Unidad de Inteligencia de la revista británica The Economist.
A continuación repasamos junto con Héctor Fernández, director del Registro Electoral del Tribunal Supremo de Elecciones (TSE), cómo es el llamado “blindaje” electoral del sistema costarricense. Y qué pasa en las juntas receptoras de votos o mesas electorales a las 6 p. m., una vez que termina el proceso de recepción de votos y comienza el conteo.
4 fortalezas de un sistema electoral a prueba de fraudes
Como apuntó el TSE tras las declaraciones de Cisneros, un “chorreo de votos” o fraude electoral puede entenderse de la siguiente manera: Torcer la voluntad popular. Que el voto mayoritario sea para el candidato A y el que se declare ganador sea el candidato B.
Pues bien, eso es imposible en Costa Rica. Primero, es imposible porque en el país el padrón electoral está arduamente depurado (elaborado cuidadosamente).
“El Registro Civil depende del Tribunal, entonces el Registro Civil sabe la cuenta de todos los hechos civiles; nacimientos y defunciones. Sabemos exactamente cuántas personas podrán conformar el padrón en cada elección. Cada día, con la cedula electoral que se otorga, se va modificando el padrón”, detalló Fernández.
Esto evita cualquier atisbo de irregularidad como las que han existido en Nicaragua, por ejemplo, donde se llegaron a registrar votos de personas fallecidas. En Costa Rica nadie vota dos veces y ninguna persona muerta aparece en el padrón, o sea, que ningún familiar puede hacerse pasar por la persona que ya no está entre nosotros.
Segundo, el padrón depurado permite que el Tribunal lleve las urnas a las personas. Lo más cerca posible de sus casas.
En total, el pasado 6 de febrero y el próximo 3 de abril, el TSE dispondrá de 6.039 juntas receptoras de votos a lo largo y ancho del país. Algunas con menos de 500 personas inscriptas. Es un esfuerzo por regionalizar el ejercicio electoral lo máximo posible y permitir que todas las personas puedan ejercer su voto.
“Este sistema de cédulas de identidad nos permite ubicar a las personas en el lugar más cercano a su domicilio para que vote. Este mandato hace que llevemos las mesas hasta los electores. Voto domiciliar. Únicamente se puede votar en la mesa donde cada persona está inscrita. Yo no puedo votar donde me da la gana. En mi mesa debo poner una firma, debo enseñar mi cédula”, dijo Fernández.
El que haya más de 6.000 juntas de votos o mesas electorales, justamente, dificulta cualquier esfuerzo de fraude. Aparte de que es prácticamente imposible que este ocurra, la multiplicación de localidades hace que, aunque hubiera un hipotético intento de fraude, este se reduciría a una sola junta aislada. Su impacto en la elección general sería mínimo, y su revisión por funcionarios del TSE a posteriori sería más fácil de realizarse.
En tercer lugar vienen las personas. Los miles de costarricenses que trabajan ad honorem por la democracia, y lo hacen con un nivel de solemnidad sorprendente, según contó Fernández.
Cada agrupación política tuvo la posibilidad de enviar miembros o delegados de mesa a las juntas receptoras de voto de todo el país para que ayuden a que todo se realice según el Código Electoral. Además, los partidos enviaron fiscales para monitorear que todo se desarrolle bien. Sumado a estos ciudadanos ligados a los partidos políticos en contienda, el Tribunal nombró y acreditó a miles de personas en cada cantón para participar del proceso. Cada persona tiene una misión específica, sabe lo que debe hacer y trabaja junto a otros por cumplir con cada paso. Todo es reportado y todas las mesas electorales hacen lo mismo al mismo tiempo en el país.
En el caso de la segunda ronda, las dos agrupaciones en contienda, Progreso Social Democrático y Liberación Nacional (PLN), pueden acreditar a más fiscales hasta el 7 de marzo (tuvieron más de un mes para hacerlo). Asimismo, pueden reemplazar delegados hasta el 18 de marzo, inclusive.
En una nota de prensa enviada por el Tribunal el pasado 25 de febrero, este poder de la República apunto, al respecto de este tema: “Aún cuando en el TSE laboran alrededor de 2.000 funcionarios, el pasado 6 de febrero, día de las elecciones, cerca de 100.000 agentes electorales (70.000 fiscales, 8.000 integrantes de juntas receptoras de votos, 15.000 auxiliares electorales, 915 delegados ad honorem del TSE, entre otros) blindaron el proceso. Esto significa que, en Costa Rica, los comicios son desarrollados y vigilados por el pueblo costarricense, cuyo ejercicio ciudadano es motivo de múltiples reconocimientos alrededor del mundo”.
Por su parte, el director del Registro Electoral, Héctor Fernández, narró una anécdota que habla del nivel de esfuerzo que estas personas realizan en los días electorales:
“Yo creo que ya el ciudadano costarricense tiene tan dentro de su sistema, valora tanto el sistema electoral, que hay miembros de mesa de un partido determinado que a veces son los primeros que proponen la nulidad de un voto aunque sea del mismo partido al cual se supone que ellos están representando. Siempre vemos un celo especial por la transparencia y la integridad del proceso. De hecho, hay muchos casos de votos que se revalidan porque son tan estrictos los miembros de mesa que si se sale un poquito la marca de la casilla, lo declaran como nulo”.
El cuarto punto que ayuda a comprender la fortaleza de este proceso es su diseño; las tareas que realizan las personas en cada punto del país.
Por ejemplo, todo se cuenta y de recuenta. Las matemáticas tienen que dar. Si se presentaron 400 personas a votar en una mesa donde estaban inscritas 600, tiene que haber 200 papeletas sobrantes. Matemáticamente eso es cerrado, comenta Fernández. Y de esas 400 personas tienen que están las firmas exactas.
Las personas que llevan a cabo el proceso cuentan el material oficial que viene en tulas en el momento que llegan, las cuentan justo antes de abrir las urnas en el día de la elección, y las van firmando durante el día, a medida que los ciudadanos votan. A las 6 p. m,, todo se vuelve a contar.
“Cuando empieza la votación, se van desprendiendo una a una las papeletas. Y para que una papeleta sea válida, tiene que estar firmada por los delegados de mesa en la parte de atrás. Esta firma se realiza en tiempo real, conforme se van necesitando las papeletas. Si la papeleta original no está firmada por detrás por los miembros de mesa de esa junta, entonces ese voto es nulo. No cuenta”, explicó Fernández, del TSE.
Cada persona que participa de la elección está debidamente acreditada. Según Fernández, en Costa Rica este proceso sucede desde las elecciones de 1953.
¿Qué pasa después de las 6 p. m.?
A las 6 p. m., en todo el país, se cierran la mesas electorales. Cuando suena esa campana en la escuela, solo a la persona que esté votando, en ese momento, se le permite depositar su papeleta en la urna.
A la persona en la fila que llevaba una hora esperando o haciendo fila desde las 5 p. m., no se le permite votar. Este proceso lo que permite es que el conteo comience en todo el país a la misma hora.
“Lo primero que tienen que hacer los miembros de mesa es: verificar cuántas personas votaron y cuántas personas no votaron”, describe Héctor Fernández. “En la gran mayoría de los casos no hay errores. Hay varias revisiones”.
Lo que ocurre en las mesas, en todo el país, es lo siguiente:
- Los encargados deben tachar en el padrón o indicar a las personas que no se presentaron a votar. Contar el abstencionismo. Esto permite saber cuántas papeletas debe hacer en las urnas; cuántas personas se presentaron a votar. Luego se verifica que las sumas den.
- Una vez hecha esa matemática, se abren las urnas. Se sacan todas las papeletas una a una, y se van clasificando en: votos válidos para las agrupaciones políticas en contienda, votos que se consideren nulos y votos que aparezcan en blanco. Van haciendo grupitos. una vez que terminan de sacar todas las papeletas, deben asegurarse de que la urna quedó 100% vacía.
- Empieza entonces el conteo minucioso. Cuántos votos para cada partido, cuántos nulos, cuántos blancos. La suma total debe dar igual a la cantidad de personas que se presentaron a votar. Si no, deben cerciorarse de dónde está el error. El pasado 6 de febrero, se comenzó a contar las urnas para presidente y luego se pasó a las urnas para diputados.
- A medida que se van obteniendo los resultados a través del conteo, se va anotando cada cantidad en las actas correspondientes oficiales. Una vez que se llenan esas actas, ahí termina el trabajo del escrutinio preliminar de la votación.
Ojo: el resultado que contabilizan las mesas es provisional. Todo el material, el 100% del material electoral oficial regresa entonces al TSE, y los funcionarios podrán rehacer el conteo desde cero en los próximos días, para validar un conteo oficial.
Hay causales que mandan a que se haga un conteo nuevo desde cero. El 6 de febrero hubo una de estas causales: un evento de segunda vuelta.
“Ninguna agrupación política obtuvo o superó el 40% de los votos válidos y vamos a segunda vuelta. Entonces que entre el segundo y tercer lugar no haya más de un 2% de diferencia, es una causal para volver a contar los votos. A la segunda vuelta van los dos más votados”, aseguró Fernández.
En esos casos se cuentan nuevamente los votos. En el TSE hay un equipo acreditado para realizar este conteo. Se abren la tulas bajo vigilancia de los magistrados y de fiscales propuestos por los partidos políticos, se sacan los sobres ya clasificados por las mesas en papeletas de opción A, opción B, nulos y blancos.
Según Fernández, históricamente, la diferencia entre el conteo provisional y el conteo oficial en el TSE nunca supera el 0,5%. En muchos casos las diferencias son porque algunos votos que la junta tenía como nulos después de revalidan, o bien, algunos votos válidos pueden ser anulados.
¿Cómo se envían los cortes de resultados?
Se envía un mensaje a través de un canal oficial.
“Antes era por telegrama, luego por fax y ahora por mensaje, a través de una plataforma oficial del Tribunal”, describe Fernández. “La información la envía una persona previamente encargada con una cuenta que tiene un usuario y contraseña. El Tribunal sabe exactamente quién envía la información y a qué mesa o junta corresponde”.
El Tribunal sabe si la persona se conectará a la plataforma desde una computadora o un celular.
Hay juntas o mesas muy pequeñas, según relata el director de Registro Civil, que tienen menos de 500 personas inscritas, entonces en esos casos se hace por llamada telefónica, pero ya se sabe de cuál número debe llamar la persona acreditada, se le pregunta su código de persona encargada y debe llamar a un número especial dedicado a esta actividad.
En caso de contingencias, de que se vaya la luz o el internet siempre hay un número 800 gratuito donde pueden llamar.
¿Para efectos del resultado final, cuál es la diferencia entre voto nulo, voto blanco y abstencionismo?
Ninguna. Para efectos prácticos, las tres cosas son lo mismo: la ausencia de un voto válido.
En el padrón electoral de 2022 hay aproximadamente 3,5 millones de personas inscritas.
“Cualquier puesto a elegir se determina sobre la base de votos válidos emitidos. No tendrán ninguna incidencia los votos nulos ni los blancos. Ni siquiera para la deuda política”, resaltó Héctor Fernández. “Independientemente de que no vayan o que vayan y voten nulo o voten en blanco, eso no tendrá más que un derecho de protesta o un derecho de berreo”.