Una celebración paradójica del Día Mundial del Medio Ambiente

Este año, este año celebramos en un entorno de pandemia producido por los impactos que nosotros mismos, los seres humanos, hemos ejercido sobre la salud misma de la biodiversidad, llamada esta a protegernos.

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El 5 de junio celebramos el Día Mundial del Medio Ambiente entre las naciones cobijadas por la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

Precisamente, en el año 1972, la Asamblea General de la ONU aprobó una resolución (A/RES/2994 (XXVII)) para designar el 5 de junio Día Mundial del Medio Ambiente y con la cual se le pedía “…a los gobiernos y a las organizaciones del Sistema de las Naciones Unidas a que todos los años emprendan en ese día actividades mundiales que reafirmen su preocupación por la protección y el mejoramiento del medio ambiente, con miras a hacer más profunda la conciencia de los problemas del medio ambiente y a que perseveren en la determinación expresada en la Conferencia” la cual se conoció comola Conferencia sobre el Medio el Medio Humano o bien, la Conferencia de Estocolmo.

Este día ha servido para crear presión política para abordar preocupaciones crecientes como han sido la capa de ozono, el cambio climático, la contaminación química, la desertificación y degradación de las tierras, entre otros.

Desde entonces, se llama la atención sobre el entorno natural que proporciona los elementos básicos para sustentar la vida de los seres humanos en el planeta Tierra, tales como el agua, el aire, el clima y el suelo que cultivado nos brinda el alimento.

Este año, 2020, la ONU ha decidido que el tema para el 5 de junio sea la biodiversidad, la cual la ha clasificado como motivo de preocupación tanto urgente como existencial.

Lleva razón la ONU de hacer este llamado ya que los impactos que el “desarrollo” de nuestros países está ejerciendo en la diversidad biológica es tal que amenaza nuestra vida misma.

Los incendios ocurridos en Australia, Brasil y California y su impacto en el cambio climático y en la pérdida de miles de especies silvestres que los habitaban; las condiciones actuales del clima exacerbadas por el cambio climático que han creado el ambiente propicio para la proliferación de las langostas y su invasión en países del Sahel africano pero que amenaza con ampliarse a otros países de África, Asia y aun Europa mediterránea, y la reciente pandemia de covid-19, demuestran la relación sinérgica entre humanos y el resto de los seres vivos que vivimos en este planeta.

La biodiversidad es la base que sustenta toda la vida en la tierra y debajo del agua y abarca aproximadamente los 8 millones de especies en el planeta, los ecosistemas que las albergan y la diversidad genética entre ellas. Y la diversidad biológica es la única que nos permite poder garantizar una vida armoniosa entre los seres humanos y las otras especies vivas. Un ejemplo de esto es que la abundancia de especies huéspedes de patógenos puede reducir el riesgo de enfermedades (efecto dilución).

Tal como lo ha señalado la ONU, la biodiversidad “…tiene relación con todos los aspectos de la salud humana. Proporciona agua y aire limpios, alimentos nutritivos, conocimiento científico y fuentes de medicamentos, resistencia a enfermedades naturales y mitigación del cambio climático.

Cambiar o eliminar un elemento en esta intrincada red afecta todo el sistema de vida y puede producir consecuencias negativas.”

Sin embargo, constataciones recientes por diversos organismos han demostrado que el avance galopante de la deforestación, de la invasión de hábitats de vida silvestre, de la agricultura intensiva, de la degradación de las tierras, de la contaminación de los océanos y mares, y de la aceleración del cambio climático han alterado y alteran el delicado equilibrio de la naturaleza.

El ritmo de producción insostenible y de hábitos de consumo nos han llevado, indiscutiblemente, a una pérdida de biodiversidad que tiene graves consecuencias para la humanidad, incluido el colapso de los sistemas alimentarios y de salud.

Se ha estimado que dentro de la próxima década, una de cada cuatro especies conocidas podría extinguirse si seguimos con el ritmo actual de desarrollo. De allí la urgente necesidad de hacer cambios disruptivos en nuestras formas de vida y en las direcciones en las trayectorias de los desarrollos de nuestros países.

Tal como lo ha constatado la ONU, “La aparición de la covid-19 ha puesto en evidencia que cuando destruimos la biodiversidad destruimos el sistema que sustenta la vida humana.

A nivel mundial, mil millones de personas son contagiadas cada año y millones de ellas mueren debido a las enfermedades causadas por los coronavirus; y alrededor de un 75% de todas las enfermedades infecciosas emergentes en humanos son zoonóticas, lo que significa que se transmiten de animales a personas.”

De allí la paradoja de esta celebración este año, ya que celebramos el Día del Medio Ambiente en un entorno de pandemia producido por los impactos que nosotros mismos, los seres humanos, hemos ejercido sobre la salud misma de la biodiversidad, llamada esta a protegernos.