“Fue mágico y sorprendente. Se me cumplieron los sueños. Conocí a Miguel Ajú, estuve en el estadio donde había muchísimas personas y celebré cuatro goles. Conocí a todos los jugadores, pero el que me sacó las lágrimas fue Miguel Ajú”, manifestó Emiliano Abarca Chacón, quien atesora el domingo 30 de abril de 2023 como el mejor día de su vida.
Tiene siete años y desde que nació, prácticamente su vida ha sido en el hospital. El niño presenta algunos padecimientos que lo han tenido delicado.
Unas veces se siente bien y otras no tanto, pero es un guerrero, que sonríe ante la adversidad.
En diciembre pasado, Emiliano disfrutó su cumpleaños y la Navidad por primera vez en casa, porque en los años anteriores estuvo hospitalizado para esa época.
Actualmente se encuentra en su hogar, en El Carmen de Guadalupe. Usa una sonda Foley (para orinar) y recibe un medicamento que tiende a bajarle la oxigenación.
Por eso, una de las máquinas que tiene en la casa es un concentrador de oxígeno, que le ayuda a mantener el nivel de saturación dentro del rango adecuado.
“Ni siquiera a la escuela va, el material se lo mandan a la casa. Solo fuimos esta semana a hacer exámenes y nos regresábamos. Durante este proceso de enfermedad, él ha tenido un motor de lucha, que es Miguel Ajú. Él tiene su foto en el cuarto y cuando toca que esté en el hospital, allá se lleva la foto”, relató la mamá de Emiliano, Kattia Chacón.
El pequeño siempre ha dicho que es aficionado a Alajuelense y de manera insistente les recordaba a sus papás que él quería conocer el estadio Alejandro Morera Soto.
Aprovechando que él está en casa, ella buscaba la forma de darle esa alegría, pero no sabía cómo lograrlo. Un contacto la estaba ayudando, pero no se había logrado.
“Se me ocurrió entrar a la página de la Liga, porque ahí debía haber un teléfono, un correo o algo para consultar la posibilidad de que esto se diera. Yo lo único que pedía como madre era que me dieran la oportunidad de que mi hijo conociera Miguel Ajú, porque él siempre ha dicho que quiere ser portero y que quiere ser como Ajú”.
En el sitio web de Alajuelense halló un número de WhatsApp. Ahí la atendió Rebeca Blanco, de Tienda La Liga.
Chacón le comentó la situación de Emiliano y su sueño de conocer el estadio. Además, le preguntó qué trámite tenía que hacer para que él pudiera ir y ver aunque fuese de lejos a Ajú.
Ellas siguieron en contacto. La funcionaria del club le consultó si podía llevar al niño al partido contra el Puerto.
Con mucha emoción, la mamá de Emiliano le dijo que sí. Quedaron en que la contactaría Valeria Alvarado, del departamento de socios. En efecto, se pusieron en comunicación y le dijo que había posibilidades de que él saliera desfilando con los jugadores.
“Yo estaba feliz porque era el sueño de él. Le consulté si podría conocer a Miguel Ajú y me indicó que haría lo posible, pero que no era seguro. Luego me avisó que ya iban a salir las entradas a la venta, que comprara la mía. Cuando le dijimos a Emiliano que íbamos para el estadio, él gritaba y lloraba, estaba demasiado emocionado”.
El niño casi no durmió nada y el domingo desde las 6 a. m. se quería ir al estadio. El partido empezaba a las 5:15 p. m. y a ellos les solicitaron estar ahí dos horas antes.
“Se le hizo eterna esa espera. No tenemos carro, en bus nos llevamos todas las cosas de él y en la tienda pregunté por Valeria. Ella le dio la bienvenida y nos dijo: ‘No han llegado los chiquillos’. Yo pensé que eran los compañeros de ella, pero se refería a los jugadores”, relató Kattia.
Emiliano y su madre estaban sentados en la oficina. A Valeria le entró un mensaje y de inmediato les dijo que fueran atrás, a la parte de los camerinos.
“Cuando ingresamos a ese sector, salió Miguel Ajú. Mi corazón de madre estallaba, mi hijo quedó demasiado sorprendido”.
Ella solo atinó a decirle: ‘Mi amor, ¿sabés quién es?
De inmediato, Emiliano respondió: ‘¡Es Miguel Ajú! Es Ajú, mamá es Ajú!’.
A ese pequeño diálogo cargado de emoción se unió el guardameta: ‘¿Cómo estás campeón?’.
El pequeñito estalló en llanto. Ni siquiera podía responderle, quería decirle tantas cosas, pero no le salían las palabras. No era para menos, su sueño de conocerlo se había cumplido.
Unos minutos después, el mismo Ajú se encargó de hacerle conversación a Emiliano, compartieron un rato, se tomaron fotos y el niño le entregó una carta llena de detalles, porque dibujó el escudo de Alajuelense y lo encerró en un corazón.
Además, le escribió que él lo ve como el mejor portero del mundo y que es su ejemplo a seguir.
Miguel Ajú le preguntó que si podía darle un consejo y Emiliano le dijo que sí.
“El consejo que te doy es que siempre, por encima de todo, pongas de primero a tu madre. Si pones de primero a tu madre, siempre en la vida te va a ir bien. Yo siempre pongo a mi madre de primero”.
El niño llevaba una bandera y fue su ídolo quien le consiguió las firmas de todos los integrantes de la Liga.
Después de eso, Emiliano y Kattia regresaron a la tienda. Pasó un rato y se dio otra sorpresa. Entró a buscarlos Leonel Moreira.
El niño también le llevaba una carta a él. De hecho, tenía una tercera misiva, para Celso Borges.
“Leo leyó la carta enfrente de Emiliano y le llegó al alma. Se fue, regresó y me preguntó que si se lo podía llevar al camerino. Emiliano me dijo que ahí iba con el papá y le presentaron a todos los jugadores, le hablaban y él estaba con sentimientos encontrados, porque su expectativa era que iba a conocer el estadio”.
El reloj avanzaba, había charla técnica y los futbolistas se preparaban para el partido. Ellos en el camerino, pero Emiliano iba a la cancha, porque había llegado el momento de hacer un tour por el estadio.
Al pisar la gramilla híbrida, decía: “Estoy en el estadio, es gigante, es muy lindo” y se le salían las lágrimas.
Conoció a Celso Borges y el mediocampista le dio las gracias por la cartita. También le comentó estar seguro de que llegará a ser un gran portero.
El 5 de la Liga le consultó a Kattia si se quedaban al partido y ella le dijo que sí. El volante le indicó que se veían al final del juego, en la tienda.
A la vez, Moreira le pidió que lo acompañara en el desfile de los equipos. Ahí iban de la mano, camino a la cancha.
Pero antes de que avanzaran, cuando estaba en la fila, llegó Bryan Ruiz. Valeria le contó el caso y el ahora exfutbolista dijo que por supuesto se tomaba una foto y también le dio unas palabras cargadas de esperanza al menor.
Miguel Ajú le comentó que estaba lesionado y por eso no entró en convocatoria. Solo que le tenía una sorpresa: ‘Te prometo que cuando vaya a jugar te traigo al estadio para que salgas de la mano conmigo’. Ahora ese es un nuevo sueño por cumplir.
“Para mí fue increíble ver a mi hijo celebrar los goles. Todo fue perfecto. Al final, fuimos a buscar a Celso y le dijo: ‘Campeón, te traigo algo’. Era una camiseta de él, firmada y con dedicatoria. Mi hijo le dio un abrazo lleno de cariño, de amor, de ese sentimiento que llevaba y le daba las gracias”.
Emiliano no se cambiaba por nadie y Kattia les agradeció a todos en el equipo, porque sin conocerlo, durante estos años han sido el apoyo y la motivación de su hijo en todo su proceso.
“Sin saberlo, han estado presentes en la cama del hospital, en la cama de la casa. Han estado días, noches, madrugadas, momentos en los que él decía: ‘Mamá te suplico que me quites este dolor’. Y a mí se partía el alma”.
Por el mismo tratamiento, a Emiliano se le empezó a caer el cabello. Eso fue algo difícil de asimilar para el chiquito. Andaba con un gorro que no se lo quitaba.
Como está en el programa de Olimpiadas Especiales, conoce al periodista de radio Columbia, Tony Arias. El comunicador le dijo que él también andaba pelón, pero usaba gorra, entonces no lo convenció del todo.
Sin embargo, al comunicador se le ocurrió decirle que si Ajú es su portero favorito, lo observara bien, porque el jugador de Alajuelense anda el mismo look de ellos.
Aquellas palabras fueron mágicas. Emiliano buscó la fotografía de Miguel Ajú, se percató de que eso era cierto y frente al espejo se quitó el gorro.
“Lloró todo lo que tuvo que llorar y después dijo: ‘Mamá, ¿sí soy como Ajú, me parezco a Ajú?’. Le respondí: ‘Eres igualito a Ajú’. Desde entonces todo ha sido mejor en cuanto a eso”.
Ya no quedaba nadie en el estadio y él no quería irse. Camino a la casa, Emiliano aún no podía creer que ese día fue más de lo que esperaba. Seguía asombrado y no hablaba de otra cosa.
— ¿Ya nos vamos? ¿Y cuándo volvemos?
— Mamá, viste que conocí a Celso.
— Mamá, ¿viste que llegó ‘Osito’?
— Mamá… En el camerino todos los jugadores tienen una foto gigante.
Llegaron a la casa a las 10:30 p. m. y Emiliano no se quería dormir. Al día siguiente, la historia continuó.
Pidió que le colocaran la bandera firmada en la pared, así como la camisa de Celso y que pronto le impriman todas las fotos que se tomó en el Morera. Ese será el tapiz de su habitación.
“Nosotros vacilamos porque yo soy liguista, pero nos acompañaron mi esposo y mi hijo mayor y ellos son saprissistas. Cuando estábamos en la tienda, la mascota llamó a mi hijo mayor para tomarse una foto y él le dijo que no. El León le preguntó que por qué y mi chiquitín se volvió y le dice: ‘Es que él es un intruso, él es morado y mi papá también’”.
Ella cuenta que ahí empezó un verdadero vacilón, en medio de un ambiente muy cordial. Pero es que en el fondo, en esa familia de rojinegros y morados no era un tema de colores.
Con todo lo que vivieron en el estadio Alejandro Morera Soto, la mamá, el papá y el hermano de ese niño saben que Alajuelense le regaló el mejor día de su vida al pequeño Emiliano.
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