Llegaron sin avisar y fueron muy mal recibidos. Los doblajes al español de películas y series en algunos de los canales más vistos de las cableras nacionales como Cinemax y Cinecanal, han provocado la reacción negativa de muchos subscriptores, y entre esos me incluyo.
Las razones de la molestia son muchas y bien justificadas. La primera y más obvia es que con el doblaje se pierden características originales de la obra. La voz es parte integral de la actuación y de la interpretación que una actriz o actor hace de su papel. Escuchar a otra persona en su lugar, máxime cuando ya existe familiaridad con las voces verdaderas, provoca una desilusión, se siente casi como una tomadura de pelo.
La sustitución caprichosa de palabras y expresiones para acomodarlas a la cultura local o para evitar reproducir un lenguaje soez (léase censura), son otra práctica habitual del doblaje. (“¡rayos!” por “shit!”, por citar un ejemplo).
También se cambian chistes que no funcionan con la traducción y se alteran diálogos en donde se hace mención a situaciones que requieren de cierto conocimiento de la cultura popular, o bien a personajes y eventos que se asumen desconocidos para una audiencia ajena al país de origen de la serie o película.
Aquellos que optaron por contratar el servicio de cable motivados por la posibilidad de utilizar la televisión como un instrumento para la práctica del idioma inglés, ahora se sienten defraudados.
Para la persona bilingue –o en proceso de serlo– el subtitulado le sirve tanto para suplir la falta de contexto y facilitar la comprensión, como para contrastar lo que lee con el audio original. Esto permite asimilar correctamente los chistes o expresiones idiomáticas que resultan afectadas en el proceso de traducción.
Otro sector que se ha visto muy afectado son las personas con discapacidad auditiva, acostumbradas a ayudarse o a depender totalmente de los subtítulos.
Todos estos inconvenientes han hecho que los subscritores del servicio de cable peguemos el grito al cielo, sin que a la fecha hayamos recibido todavía una respuesta satisfactoria por parte de las operadoras.
Llamé a Tigo (antes Amnet) para hacer la consulta y una operadora, que sospecho se encontraba a muchos kilómetros de distancia, me indicó que estaban sin sistema y no podía atender mi inquietud.
En Cabletica me explicaron que la compañía adquiere los derechos de las señales y no tiene injerencia sobre la forma cómo la reciben. Me indicaron también que han hecho consultas a sus proveedores sobre las razones del doblaje, pero aún no reciben respuesta.
Lo cierto del caso es que los televidentes están desencantados, primero por esa falta de delicadeza –común en las cableras– de nunca dar aviso ni explicaciones sobre los cambios que afectan a los usuarios y porque estos –además de sentirse engañados– lo ven como una cuestión de mercadeo con miras a la promoción de los paquetes digitales más caros.
Con estos otros servicios sí existen opciones de subtitulado en varios idiomas y se brinda además la posibilidad del SAP (programa de audio secundario por sus siglas en inglés), que permite en ciertos televisores cambiar del idioma original al español o viceversa.
En el sitio de servicio al consumidor www.quienpagamanda.com, una angloparlante cuenta la respuesta que recibió cuando llamó a su proveedora de cable para expresarles su disconformidad. En servicio al cliente le dijeron que este era un país de habla hispana y no era obligación de ellos brindar la opción del audio en inglés. Shit! (¡rayos!).