Cuando el fin de la actividad política es satisfacer ambiciones y no hay valores ni carácter para sostenerlos, cuando el poder y los privilegios se constituyen en objetivo, todo lo demás se vale: nombrar para pagar favores electorales y no por capacidad, politizar ayudas sociales, negociar y repartirse puestos con corruptos, recibir regalos millonarios de intereses privados, etc.
Muchos de nuestros habitantes honestos prefieren no saber y si saben, optan por no creer; más aun, a algunos les molesta que se ataque la corrupción.
Pero lo que ocurre es en parte su culpa, pues siguen validando el descaro y la corrupción por medio de contribuciones políticas y del voto.
Los costarricenses no pueden alegar ignorancia, pues nuestros principales medios de prensa, radio y televisión, lejos de proteger a nadie, siempre han informado lo que ha venido sucediendo.
Pero de nada vale la revelación de estos hechos si solo conducen a la denuncia, el enojo, el morbo o la revancha. Lo más importante es ponerles freno.
En democracia por medio del voto se entierra lo que no nos gusta. El votante, si busca las señales adecuadas, tiene formas de reconocer, antes de votar, a los políticos éticamente peligrosos.
Mi consejo: tengan miedo, o mejor, pavor, de los siguientes tipos de políticos:
1. los que gastan mucho dinero de origen privado en precampaña y campaña. Sobre todo los que no revelan su origen, alegando que las normas legales no los obligan,
2. los que protegen, defienden o nunca han encontrado éticamente patológico, las consultorías y contratos secretos que, por ejemplo, les permitieron a algunos expresidentes recibir centenares de millones de colones de empresas especializadas en sobornar políticos,
3. los que financian sus precampañas o campañas en parte con recursos de personas que han participado en el desfalco de bancos y de otras instituciones,
4. los que con tal de ser presidentes, diputados o ministros están dispuestos a sacrificar convicciones previamente proclamadas,
5. los que se han aprovechado del poder dentro de su partido para que este se convierta en cliente de su negocio personal o del de sus parientes y amigos,
6. los que con tal de salir del margen de error, aceptan o buscan el padrinazgo de sinverguenzas, y
7. los que con tal de tener un puesto han estado dispuestos a aliarse y a negociar votos con corruptos y a votar por corruptos.
De ser electas, personas con estas enfermedades éticas, ya con el poder que permite la Presidencia de la República y sin la necesidad de cuidarse de los electores pues ya habrían obtenido sus votos, profundizarán la corrupción. Por ello deben ser rechazados en los albores de sus carreras presidenciales.