No es nada fácil ser gordo o gorda. Mucho menos, cuando esa gordura traspasa la frontera de la obesidad y pone en un alto riesgo a la salud.
Desde los años 70, la cirugía bariátrica o intervención quirúrgica para perder peso, ha cobrado auge casi al mismo tiempo en que la obesidad ha ganado terreno entre la población mundial.
No ha faltado quien la tome como una moda y la reduzca a un asunto meramente estético. Quienes así lo hacen están cometiendo un gran error, pues este tipo de procedimientos clasifican como procedimientos quirúrgicas serios para aliviar un grave problema de salud pública.
De los diferentes procedimientos bariátricos que se realizan, quizá el más conocido es el
Los cirujanos también practican la manga gástrica, la banda y el
Cada uno de ellos tiene indicaciones y contraindicaciones, y ninguno debe ser reducido solamente a un asunto estético, insiste el especialista.
De acuerdo con
En el hospital México, donde opera el doctor Jiménez, se han topado con personas cuyo índice de masa corporal (IMC) llega a 90. Este indicador es una relación entre el peso en kilos y la estatura, y permite a los médicos medir el riesgo que corre la salud de la persona.
Para sacar el IMC, se dividen los kilogramos de peso por el cuadrado de la estatura en metros.
La Organización Mundial de la Salud (OMC) establece que una persona con peso normal debe tener un IMC de entre 18,5 y 24,9. Esto le reduce el riesgo de sufrir infartos y cáncer.
Quienes poseen un IMC entre 25 y 29,9 pueden considerarse personas con sobrepeso y con un riesgo aumentado de padecer de esas y otras enfermedades.
Aquellos que superan ese IMC pasan a considerarse obesos y obesos mórbidos, condición que entraña graves amenazas para la salud. El IMC es uno de los criterios tomados en cuenta a la hora de valorar la conveniencia o no de someter a un paciente a una cirugía de este tipo.
Si la persona tiene un índice de 40 o más (35, si se trata de pacientes con enfermedades graves de fondo, como la diabetes), puede convertirse en candidato a una cirugía bariátrica.
Otro criterio importante es su historial de obesidad. “Debe tener no menos de cinco años de ser obeso y, además, documentar intentos previos de bajar de peso sin éxito”, explica Jiménez.
La cirugía bariátrica es solo una parte de un abordaje amplio del paciente obeso, aclara el médico. Incluye, necesariamente, un plan para que se cambien comportamientos alimentarios y estilos de vida.
En los hospitales de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS), cada caso es asumido por un equipo interdisciplinario que integran, entre otros, el cirujano, un psicólogo y un psiquiatra (cuando es necesario), nutricionista y enfermera.
Lo anterior da una idea de la seriedad con que se asume a cada paciente que llega. Solo en el hospital México, se operan alrededor de 100 personas al año.
Actualmente, en ese centro médico hay 506 personas en proceso de evaluación para esta cirugía y un centenar más aguardando a entrar en el proceso de evaluación. El costo del procedimiento quirúrgico ronda los ¢5 millones.
“Con la cirugía, un 80% de los obesos logra perder peso. Sin operación, apenas un 3% alcanza su cometido. Se sabe, también, que las enfermedades asociadas con la obesidad (entre ellas, la diabetes tipo 2, hipertensión, problemas venosos y de vejiga), se alivian bastante y hasta se curan.
“Un paciente hipertenso que se realice una cirugía de estas tiene un 80% de posibilidades de curarse y un diabético tipo 2, hasta un 84% con solo perder peso”, detalla Jiménez.
La banda gástrica es una de las cuatro operaciones bariátricas y está especialmente recomendada para adolescentes con obesidad mórbida. La Sociedad Americana de Pediatría se opone a utilizar el
En esta cirugía, se coloca en el estómago una banda ajustable que permite disminuir la cantidad de comida que entra al estómago.
Otro procedimiento es la gastrectomía en manga –conocida como manga gástrica–, la cual se ha convertido en la operación bariátrica más practicada en el país. Cerca del 80% de las cirugías bariátricas son de este tipo.
Según explicó Jiménez, el procedimiento consiste en extirpar el área del estómago donde se produce una hormona llamada grelina, responsable del aumento del apetito.
La manga gástrica ha demostrado ser bien tolerada por el organismo y, además, los pacientes no requieren tomar suplementos, como en el caso del
Esta última cirugía es ahora más recomendada para los pacientes diabéticos con un importante grado de obesidad.
En el
Se ha comprobado que el
Si el paciente no toma religiosamente los suplementos alimenticios y no sigue el tratamiento paralelo, puede sufrir descalcificación severa de los huesos (y desarrollar osteoporosis) así como problemas nutricionales graves.
Finalmente, el
Según la Sociedad Americana de Cirujanos Gastrointestinales y Endoscópicos de los Estados Unidos, en estas cirugías también se achica el tamaño del estómago y, con procedimientos quirúrgicos, se elude la mayor parte de los intestinos. “Como se ve, no es solo operarse”, asegura Jiménez. “Tomar una decisión de estas es un asunto serio”, agrega.
Por lo anterior, es indispensable que a la hora de considerar la posibilidad de la cirugía bariátrica, la gente no caiga en errores típicos que, a la larga, les producirán muchas secuelas negativas.
El más común de esos errores es pensar que la operación lo hará todo.
“Esta cirugía implica un cambio importante de conducta: tener una alimentación saludable y hacer ejercicio físico. La cirugía es solo uno de esos cambios”, advierte Jiménez. Si el paciente no cambia, dice, la operación se volverá todo un problema.
Él ha visto pacientes que se convierten en bulímicos posoperatorios (empiezan a vomitar todo lo que comen porque no les cabe en el estómago) y esto sucede porque no cambian de hábitos.
Tampoco es conveniente que se deje de comer al empezar a percibir cambios significativos en la pérdida de peso. Esto, a la postre, producirá graves problemas de nutrición por la deficienca de vitaminas y proteínas básicas.