La conquista española doblegó a los hijos de Huracán (dios maya) y la colonia encerró a sus primos bribris en las selvas de Talamanca. En Costa Rica quizá hubo o no exterminio, pero sí olvido. Hasta 1991 se emitió en La Gaceta la ley de inscripción para sus cédulas de identidad, antes de 1977 no eran “dueños” de las tierras que habitan y aún hoy, los servicios de salud están demasiado lejos.
Pese a todo, el miércoles anterior, gracias al Centro Cultural de España (‘El Farolito’), los indígenas bribris legitimaron su cultura con una de sus expresiones artísticas más auténticas: El baile.
Dicen haberlo aprendido de Sibú , su dios principal, quien además les enseñó el cultivo; estructuró la moral de sus clanes; dio a los awápa (guías espirituales y médicos) los cantos y el lenguaje y desperdigó a los hombres blancos en la Cordillera como polvo de piedras . Además, claro está, también les enseñó a bailar.
El baile del Solbón cuenta su cosmogonía: Sibú trajo las semillas ‘de donde nace el sol’, y las sembró en Suràyum , donde brotaron los bribris. Luego bajó a la tierra y proveyó una gran fiesta donde los hombres danzaron por días formando un círculo entrelazados; más tarde, participaron también las mujeres integrando un solo cuerpo.
Todo eso se conmemoró en ‘El Farolito’, como símbolo de la unión de los pueblos indígenas. Algunos bebieron chicha, otros hicieron estallar los tambores' No faltaron tampoco, los cantos sagrados.
En su Así hablaba Zaratustra , Nietzsche escribió: “No podría creer en un dios que no supiera bailar”. Buscaba pues, el filósofo, dioses alegres, dioses como Sibú .