Trevi picó en La Avispa

  La intérprete de Pelo suelto y Todos me miran puso a brincar y a saltar a los cientos de fanáticos , que la ovacionaron la noche del sábado en la conocida discoteca gay. Gloria prometió regresar al país

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El solo anuncio de que la mexicana Gloria Trevi se presentaría en la conocida discoteca gay La Avispa, en San José centro, levantó la ceja de más de una persona en esta pequeña franja de tierra centroamericana.

Sin embargo, a la intérprete de Con los ojos cerrados y El recuento de los daños eso le valió menos que una cosquilla.

Ante un público febril y que no dejó de gritarle loas (“Gloria, te amo” y “Gloria rica”), la mexicana –cuyo nombre completo es Gloria de los Ángeles Treviño Ruiz– fue muy clara en que, lejos de polemizar, su concierto del sábado en la noche era su contribución para desbaratar cualquier estigma o discriminación sexual.

Y podemos decir que casi lo logra: aunque la mayoría de los presentes era homosexual, no faltaron las parejas heterosexuales (o grupos de amigas no gays) que bailaron y se desgalillaron con temas como Zapatos viejos (el primero de la noche) y En medio de la tempestad .

No faltaron quienes lamentaron la poca presencia heterosexual en el sitio. “Esto es un proceso que requiere tolerancia y respeto por parte de todos... tiempo al tiempo”, dijo una de las presentes que prefirió no revelar su nombre.

Sus palabras fueron avaladas, instantes después en la pista, por la propia artista: “Aquí venimos para amarnos, para disfrutarnos. Aquí demostramos que somos solidarios, no importan nuestras diferencias: si nuestra pareja se queda sin dinero, le prestamos; sino, se lo regalamos (...) si paramos en la cárcel (la Trevi estuvo en prisión cuatro años, ochos meses y ocho días) no nos dejan solos”.

Gloria lloró, algunos de sus fans también lloraron y después vinieron los aplausos. “Me tienen chinita (la piel erizada) de la emoción, raza (gente)”, agregó.

“Ponchis, ponchis”. La Trevi y sus seis músicos salieron a escena a las 11 p. m., tal y como la organización lo había previsto. A esa hora, La Avispa albergaba a una nutrida concurrencia, aunque no estaba atestado a reventar.

En todo caso, esa noche llegó una buena cantidad de público, si se toma en consideración que el concierto se amarró con la artista apenas 22 días atrás.

En todo caso, aquel gentío gritó y bailó por todos aquellos que no fueron. Ella, vestida con un traje morado, fajón negro y accesorios dorados y, por supuesto, su cabellera bien suelta, se echó un popurri con algunos de sus más grandes éxitos: Brincan los borregos, Agarrate y Pelo suelto .

Segundos después de esta interpretación, alguien le gritó: “Gloria te amo” y ella le respondió: “Yo también y te lo he demostrado con lágrimas, con sangre… y he sido una impúdica por tí”, y la lluvia de aplausos empapó a la oriunda de Monterrey, norte de México, quien celebró el encuentro con los ticos con el tequila que un fanático le regaló. “Si se me olvidan las canciones ya sabemos por qué”, espetó entre risas.

Más adelante, alguien le regaló un arreglo de flores azules, en alusión a su nuevo disco: Una rosa blu y luego cantó: Sufran con lo que yo gozo , un pegajoso tema a ritmo norteño que viene incluido en su anterior producción: La trayectoria .

A este tema le siguieron el primer sencillo de su nuevo material, Psicofonía (que en menos de una semana vendió más de 100.000 copias en Estados Unidos); luego, a capella, cantó unas estrofas de Tu ángel de la guarda y Con los ojos cerrados , los cuales fueron seguidos al unísono por la gente.

“Ahhh... yo pensé que las iba a cantar enteritas”, exclamó una joven a mi lado, quien me demostró que se sabía todas las canciones de la Trevi. Todas, las viejitas y las más recientes afloraban de su garganta con una fluidez impresionante.

Como si la artista la estuviera escuchando a lo lejos, ella prometió regresar a Costa Rica para ofrecer un concierto masivo, aunque no precisó la fecha de dicha presentación.

En esta ocasión, su presentación estaba estimada para una hora; así que había que sacarle todo el jugo posible: en un reto a la concurrencia pidió que todos los asistentes (incluyendo a sus músicos) sacaran sus represiones y bailaran “ponchis, ponchis” (música electrónica).

Fue así cuando La Avispa reventó con Todos me miran : “Y todos me miran, me miran, me miran... porque se que soy linda, porque todos me admiran/ Y todos me miran, me miran, me miran... porque hago lo que pocos se atreverán”.

Después, ella se despidió pero la gente pidió otra canción. La Trevi cantó El ingrato, al son de los mariachis, y cerró con la versión electrónica de Psicofonía .