En la mejor tradición de 1984 , Fahrenheit 451 o The Matrix , llega esta novela de ciencia ficción en la que un grupo de jóvenes se enfrenta a una sociedad controlada y vigilada por La Máquina, un ente misterioso que pretende controlar sus destinos. Este libro asombra desde el inicio por su capacidad de generar un espacio paralelo, en el que los personajes confrontan sus propias contradicciones y anhelos.
Hay libros que se escriben con la cabeza, que tienen secuencias que se construyen en la yuxtaposición de ideas y palabras, pero que están vacíos porque solo aplican una fórmula. Sin embargo, este libro transporta al lector a un universo complejo, construido detalladamente y en el que no hay cabos sueltos.
El escritor Daniel Garro tiene la virtud de entramar los hilos de la historia en una combinación de suspenso y acción. El lector vive de la mano las peripecias de los personajes, que terminan siendo amigos, como debe ocurrir en un buen libro.
La magia de Daniel Garro es producir historias que obligan a seguir leyendo. La máquina de los sueños es uno de esos libros que no se pueden dejar y que obligan a sentarse en el sillón toda una mañana o a no dejar de leer hasta que se terminan de recorrer todas las páginas.
Daniel crea un mundo literario, usualmente nutrido por sus lecturas y por su conocimiento del género de ciencia ficción. Tiene una gran habilidad para imaginar con detalle otros mundos y para describirlos a cabalidad. Se podría pensar que los rumia o los mordisquea, saboreándolos en cada palabra.
Asimismo, tiene una gran capacidad para entretejer una trama, para mantener el suspenso y la tensión narrativa y para manejar, en la estructura de sus relatos, la dosis de información precisa que necesita el lector para activar el texto.
La ciencia ficción tiene algo excepcional: su capacidad para observar el presente y criticarlo a partir de la imaginación sobre el futuro o el pasado. Un tópico de la CiFi, como es el de la ciudad imaginada, se reitera en La máquina de los sueños , que construye este mundo, tan perdido y sórdido como el de 1984 o el de Doce monos.
El libro habla de los sueños, de la esencia del ser: a qué vengo al mundo, para qué nazco, quién soy. Se hace preguntas muy serias, las mismas de todos, pero que algunos callan, manejados por La Máquina, por un sistema obsesivo y enajenante. De manera que la problemática que enfrentan Tania, Alex, Richi, Tomi y Ariel es la de todos, la de cualquier lector.
La obra logra desprenderse del entorno directo, de los provincialismos y crea un espacio paralelo, distinto, con algunos visos del mundo que conocemos, pero mucho más audaz.
Probablemente, el libro va a tener una tremenda acogida entre los jóvenes, pues Garro está proponiendo un camino fresco, nuevo y de calidad en la literatura juvenil costarricense.
El Premio Carmen Lyra 2009 obtenido por esta novela, está justamente asignado. Asimismo, la propuesta es también un señuelo para otras edades: los niños, los adultos y otros adultos más adultos.
Las ilustraciones de Rodmi Cordero crean el mundo del libro. El libro también entra por los ojos en esta edición hermosa y cuidada. Sin duda, la Editorial de Costa Rica ha hecho un excelente trabajo.
El libro también recuerda a un arquitecto maravilloso, Luc Scheiten, quien ha imaginado una ciudad planetaria orgánica y vegetal. Sus ilustraciones reflejan toda una concepción del mundo y una propuesta para los seres humanos acerca de cómo vivir en armonía con el desarrollo y la naturaleza.
Son lugares comunes, claro está; pero Scheiten es un imaginador, un loco, en realidad. El autor de esta novela también es un loco. Lo que piensa, su manera de ver el mundo y su manera de proponernos nuevas formas de entendernos, son aportes muy valiosos a nuestra manera de ser personas y de convivir en este pequeño espacio, ahora tan en entredicho, llamado Costa Rica.