Una puerta entreabierta, desde el segundo piso del Teatro Nacional, me permitió verlos. Era la sesión que preparaba la Convención Interamericana de los Derechos Humanos. Fue en la administración de José Joaquín Trejos (1966-1970). Mi tío Francisco, como procurador general, en ese momento presidía la delegación de Costa Rica. No me imaginaba la trascendencia del proyecto. Luego, ya en mi actividad diplomática, me correspondió participar, en Panamá, en la reunión de presidentes, cuando don Rodrigo Carazo, en el Hotel Panamá, durante la firma de los acuerdos Torrijos Carter, ante seis jefes de Estado, solicitó la ratificación del documento.
El presidente Carter preguntó cuál es el documento; su asesor Bob Pastor le dijo que faltaba un voto para su ratificación, y le explicó su contenido. Luego, con la insistencia de del Dr. Rodolfo Piza, el trabajo insistente de nuestro canciller Rafael Angel Calderón y de muchas otras personas y organismos, el documento fue puesto en vigor.
Dos ilustres médicos, Esteban López Varela y Vesalio Guzmán, me enseñaron aspectos científicos de la dignidad de toda vida humana desde el momento de la concepción. Tres eventos adicionales me confirmaron este compromiso. Mis visitas a los antiguos campos de concentración de Buchenwald en Alemania y Auswisch en Polonia. En Paíis, 1984, oí a la Madre Teresa decir frente al aborto: “No los maten, dádmelos, yo los cuido”.
Vuelta al mundo. Hace pocas semanas, unlord británico, David Alton, quien también era miembro de la lista de sucesores a la corona británica, renunció a ella convirtiéndose al catolicismo, lidera globalmente la presentación del documento y sus comentarios. El documento, firmado en San José, se conoce como Convención Interamericana de los Derechos Humanos. Él lo denominó los “Artículos de San José”, señalando la importancia de este convenio, para la defensa de la vida humana denominada. A cada artículo le ha sumado un comentario señalando los temas relacionados con la vida humana. La Gaceta de España, expresa que “todo ser humano tiene el derecho de ser reconocido por su dignidad inherente y a la protección de sus derechos inalienables”, tal como reconocen la Declaración Universal de Derechos Humanos, el Pacto Internacional de los Derechos Civiles y Políticos y otros instrumentos internacionales.
Desde hace unos días y en las próximas semanas, el convenio, ratificado en nuestra capital –de donde toman el nombre–, desde el 25 de marzo de 2011, está siendo presentado en los parlamentos de diversos países de todo el mundo, como la Cámara de los Lores británica, el Parlamento Europeo o el Parlamento Italiano. En Madrid, la presentación no se ha celebrado en el Parlamento por estar clausuradas las Cortes debido al periodo electoral. Con posterioridad hay previstas presentaciones en Manila, Santiago de Chile, Buenos Aires, Calgary o Washington DC. Lord David Alton, británico que lo está difundiendo en los cinco continentes, ha reiterado la importancia de este pacto de derechos humanos: “Más de dos tercios de los Estados miembros de la ONU cuentan con leyes que reconocen que los niños por nacer son dignos de protección. Solo 56 países permiten el aborto por cualquier motivo, y únicamente en 22 de ellos es irrestricto. En su escrito de presentación ( http://www.promoverlavida.blogspot.com/2011/10/lores-lanzan-articulos-de-san-jose-en.html ) explica una historia, más real, que nos ha impactado a todos estos días:
“Un potencial Clorito Picado 1954, Joanne Schieble, joven estudiante soltera, descubrió que estaba embarazada. Su padre no permitía que se casara con el padre del niño. Aunque hubiera podido abortar, era ilegal y peligroso. En cambio, dispuso darlo en adopción. Paul y Clara Jobs adoptaron el bebé y lo llamaron Steve.
No todos los niños tendrán una vida tan destacable como la de Steve Jobs.
Pero con cada aborto tenemos poca idea de a quién estamos perdiendo con tanta tranquilidad.
Como nos lo recuerdan los Artículos de San José, toda vida es valiosa”.