ANZ Stadium field view seating in use 10_03 professional
Cuando el filósofo griego Demócrito intervino en los Juegos Olímpicos, no imaginó que estas justas seguirían vigentes por casi 12 siglos (de 776 a. C. a 393 d.C ). Él participó en Olimpia, sitio natural y místico donde convivían templos, capillas e instalaciones deportivas. Estas competencias fueron suspendidas por el emperador cristiano Teodosio y reactivadas en 1896 en Atenas.
Tanto en la Antiguedad como en el inicio de la Era Moderna, los juegos no incluían la participación de mujeres, situación que paulatinamente ha ido cambiando.
Además de fungir como hitos deportivos de la humanidad, los Juegos Olímpicos también han sumado escenarios que aportan grandes innovaciones a la arquitectura. Estos estadios están cargados de simbolismo, han innovado el lenguaje arquitectónico y han representado momentos de austeridad. Incluso, han ido más allá, al ser recintos multiusos y favorables al medio ambiente.
Nuevos hitos. Los estadios olímpicos son focos de la humanidad durante cada olimpiada. Estos recintos han incorporado elementos como los pebeteros, recipientes don-de se enciende el fuego olímpico.
El primero en incluirlo fue el Estadio Olímpico de Ámsterdam 1928, obra de Jan Wils (1891-1972). Wils creó una composición equilibrada entre líneas horizontales (edificio exquisito en ladrillo) y líneas verticales (el pebetero). Él contaba con influencia del gran arquitecto Frank Lloyd Wright y del movimiento artístico De Stijl, cuyo objetivo era la integración de las artes o el “arte total”.
A su vez, los estadios han generado hitos, como el Estadio Olímpico de Helsinki, sede en 1952. Esta obra de Yrjö Lindegren y Toivo Jäntti fue inaugurada en 1938 y se caracteriza por una esbelta torre blanca de 72 metros, que se convirtió en un hito urbano y un icono del deporte finlandés.
Para honrar a los deportistas y a las naciones que ganaban las pruebas, en los juegos de Los Ángeles 1932 se implementó el podio de tres niveles y el izado de la bandera.
Para esa ocasión se construyó Los Angeles Memorial Coliseum , diseñado por John B. y Donald D. Parkinson (padre e hijo). La obra destaca por su amplia capacidad: 93.607 asientos, cifra que superaba los entre 12.000 y 34.000 asientos de los anteriores estadios olímpicos. Por otra parte, este recinto es el único que ha sido sede dos veces de una olimpiada pues repitió en 1984.
Función clara. Hay cuatro estadios que destacan por su claridad formal, funcional y constructiva. Son los estadios sedes de Amberes 1920, París 1924, Berlín 1936 y Moscú 1980.
El Estadio Olímpico de Amberes se construyó para honrar a las víctimas de la Primera Guerra Mundial y fue diseñado por Archibald Leitch, creador de gran cantidad de estadios localizados en Reino Unido e Irlanda durante las cuatro primeras décadas del siglo XX. Sus estadios contaban con dos niveles y graderías en forma de caja.
El Estadio Olímpico de Colombes (Francia), de Louis Faure-Dujarric, presenta dos cubiertas planas sobre estructuras metálicas de influencia industrial. A su vez, el Estadio Olímpico de Berlín es una composición contundente diseñada por Werner March, autor del Teatro del Bosque de Berlín.
El Estadio Olímpico Luzhnikí, de Moscú, presenta una belleza racional constructiva y formal. Este recinto albergará la final de la Copa Mundial de Futbol 2018.
Materialidad que construye. Los materiales y las estructuras innovadoras han caracterizado a los estadios olímpicos. Tal es el caso del mármol utilizado en el ya clásico Estadio Panathinaikó (Atenas 1896), obra de Anastasios Metaxas y Ernst Ziller. A su vez, en Sant Louis 1904, el Estadio Francis Field, sin ser notable, es recordado por ser uno de los primeros construidos en hormigón armado.
En las Olimpiadas de 1972, el Estadio Olímpico de Múnich poseía una cubierta textil de sobresaliente diseño creada por Frei Otto y Gunter Behnisch.
El Estadio Olímpico de Atenas (2004) fue diseñado por el español Santiago Calatrava y es una obra que reluce por sus dos grandes arcos que sostienen la cubierta.
Formas simbólicas. El simbolismo ha estado presente en las formas de tres recintos orientales y uno latinoamericano. El Estadio Olímpico de Seúl 1988, obra de Kim Soo-geun, remite a las formas de las porcelanas coreanas. El Estadio Nacional creado para Pekín 2008 destaca por su simbolismo, pero más aún por su diseño estructural que, junto con el Centro Acuático Nacional, fue diseñado por la destacada firma Ove Arup.
En Tokio 1964, el gobierno nipón reformó la ciudad para los juegos, lo que generó un impacto social y urbano. A su vez, impulsó el extraordinario y simbólico Gimnasio Nacional de Tokio, diseñado por Kenzo Tange. En México 1968, el Estadio Olímpico Universitario –obra de Augusto Pérez, Raúl Salinas Moro y Jorge Bravo– hace alusión al volcán Xitle y cuenta con un mural de Diego Rivera.
Equilibrio con el ambiente. En el siglo XXI, los diseñadores de estadios han revisado el impacto con el medio ambiente. En este sentido, sobresalen los estadios de Sydney 2000 y Londres 2012, ambos creados por Populous, firma que ha diseñado obras como el Estadio de Johannesburgo (Sudáfrica, 2010) y el Das Dunas (Brasil, 2014), cuya construcción se inició en el 2011.
En Sydney, el Estadio ANZ es uno de los más ecológicamente consecuentes del mundo –según comentan los autores–, al tiempo que ha regenerado una zona industrial de la ciudad. A su vez, es el más grande diseñado hasta este momento, con 118.000 asientos, los cuales se redujeron a 85.000 al finalizar las justas.
El Estadio Olímpico de Londres se suma al esfuerzo de los organizadores por realizar un diseño favorable al ambiente y por aportar al desarrollo urbano del sector. El estadio cuenta con una capacidad de 80.000 asientos, que se reducirán a 60.000 tras los Juegos.
Austeridad económica. Ya Londres había organizado en 1948 los que se conocieron como los “juegos de la austeridad”. No se construyeron grandes edificaciones olímpicas, pero se adaptó el Estadio de Wembley, considerado por Pelé como “la catedral del futbol”.
La idea de reciclar edificios fue puesta en marcha en Barcelona 1992 en el Estadio Olímpico Lluís Companys, de Pere Domènech i Roura. Esta obra fue remodelada para los juegos, salvando parte de su fachada.
De esas justas sobresale el extraordinario Palau Sant Jordi, diseñado por Arata Isozaki. En marzo pasado, el alcalde Xavier Trias resaltó el beneficio que trajo a la sociedad y a la ciudad catalanas la realización de estos juegos.
La economía de proyecto es una proporción entre inversión y beneficio social. Debemos recordar casos como el de Montreal 1976, donde el estadio olímpico, diseñado por Roger Taillibert, resultó ser una instalación de desproporciones formales y financieras, lo que generó problemas económicos y estructurales desde el inicio.
Lo anterior lleva a pensar en el beneficio en el tiempo que ofrecen los estadios multiusos. En algunos de ellos se han realizado conciertos (Queen, en Wembley), duelos (el 11-S, en Los Ángeles) o se han convertido en sedes de equipos (Ajax, en Ámsterdam).
Escenarios universales. Los estadios olímpicos incorporaron en 1948 la transmisión por televisión, que en 1964 comenzó a realizarse mediante satélites y en colores.
En el caso del Estadio Olímpico de Sydney, el diseño del techo incluyó una adaptación ideal para la colocación de cámaras de televisión, las cuales enviaron una imagen nítida a los 4.000 millones de televidentes que sintonizaron la ceremonia de inauguración. Esto convierte a estos estadios en verdaderos teatros universales de la era contemporánea.
Hoy en Londres, las Olimpiadas están siendo transmitidas a todo el planeta, pero lo que realmente las hace universales es la cantidad equilibrada de participación entre hombres y mujeres, así como el respeto al medio ambiente, al contexto y la economía de proyecto. Estos criterios son llevados a cabo en edificaciones que hoy se suman a los hitos universales creados para cada versión de los juegos olímpicos.