El 20 de junio del 2006, el entonces presidente de Francia, Jacques Chirac, rodeado de grandes personalidades, inauguró el Museo Quai Branly. Diseñado por Jean Nouvel. Ese espacio se ubica en el centro de París, a las orillas del río Sena, y ocupa un lugar único en el circuito histórico y artístico cercano al Museo de Louvre, al Museo de Orsay, al Grand Palais y al Petit Palais, al Palais de Tokyo y al Museo de Arte Moderno de la ciudad de París.
Con motivo de su inauguración, el Museo Quai Branly solicitó, en préstamo al Museo Nacional de Costa Rica, una esfera precolombina de 1,2 metros de diámetro y con más de una tonelada de peso. La esfera está en el vestíbulo del museo francés, donde da la bienvenida a los visitantes.
Desde aquel momento, el Museo Quai Branly se perfiló como un espacio innovador y un centro de enseñanza e investigación. En este contexto comenzó el proyecto de Becas de Creación Artística, así como la Bienal Photoquai, destinada a dar a conocer a artistas en Europa. Las dos primeras ediciones, en el 2007 y el 2009, presentaron un total de 116 fotógrafos (en cada caso, de más de 30 países diferentes).
Entre el 13 septiembre y el 11 de noviembre del 2011, la tercera Photoquai se abrió bajo la dirección artística de la reconocida fotógrafa y cineasta Françoise Huguier. Se expusieron trabajos de 46 fotógrafos de 29 países. Todos los proyectos seleccionados se exhibieron a orillas del Sena, en el jardín del museo del Quai Branly y en los alrededores de la torre Eiffel, así como en once galerías e instituciones asociadas en París.
Reencuentro. Dentro de Photoquai, el Museo de Quai Branly se reserva un lugar especial de difusión para las obras galardonadas por la beca. Esta apoya los proyectos en el proceso de investigación, materialización y posproducción, con la colaboración de la Fundación Total.
Cada año, ese programa pide, a tres fotógrafos seleccionados, desarrollar un proyecto de creación que se vincule, por un lado, con la misión del museo y con el diálogo entre las culturas; y, por otro, que sea consecuente con la trayectoria de una estética personal. El resultado de este programa es la creación de varias obras fotográficas originales, que dan testimonio de otra forma de ver el mundo.
Los tres artistas reciben una “residencia extramuros” que puede llevarlos a lugares extraños o conocidos; algunos se quedan en su propio país, otros viajan a París o al sitio donde quieren llevar a cabo su proyecto.
Posteriormente se invita a los artistas a París a fin de que presenten sus proyectos ante el público en una noche de debate. Entonces se comenta el proyecto y se lo amplía, y se formulan conclusiones útiles para la investigación. El resultado puede formar parte de la colección permanente del museo tras otra revisión curatorial.
El público encuentra así una oportunidad única para descubrir una obra artística personal, y para acercarse a la creación contemporánea en los países que dieron origen a las colecciones del Museo Quai Branly.
A finales del 2011, Costa Rica volvió al Quai Branly; sin embargo, esta vez no retornó gracias a la arqueología, sino debido al arte contemporáneo. La fotógrafa costarricense Cinthya Soto fue uno de los tres artistas seleccionados como ganadores del Photoquai del 2011. Los otros dos elegidos fueron Fiona Pardington, de Nueva Zelanda, y Roberto Cáceres, del Perú.
El proyecto de Soto se titula Paisaje (re)encontrado. En busca del Paraíso Perdido (Paysage (re)trouvé. À la recherche du paradis perdu) y se ejecutó en América del sur: en el noroeste de la Argentina más la provincia Sud Lípez (sur de Bolivia); entre las fronteras de la Argentina, el Brasil y el Paraguay, donde están las cataratas del Iguazú; finalmente, más al sur, en Bariloche y Patagonia (Argentina).
Mirada universal. Para Cinthya Soto, su proyecto va más allá de inscribir el espacio geográfico como motivo de prácticas estéticas; ella procura confrontar la ubicación de la mirada con respecto a su “objeto”; a la vez, Cinthya sugiere que el espectador es también sujeto de una mirada social e histórica. Por tradición, dentro de la historia del arte, el lenguaje elegido por Soto habría podido deleitarnos con una imagen onírica, pero aquí nos impide caer en la tentación del paisaje “real” como sinónimo de verdadero.
Las imágenes de este proyecto muestran el ejercicio del encuadre fotográfico de diversos paisajes captados a través de una cámara, aludiendo, revirtiendo y reforzando a la vez la expresión de quien –ante aquel paisaje imponente y sublime para describir el grado máximo de la belleza que se le presenta ante sí– suelta un “¡Oh, es como de postal!”, con el aire casi contenido y a falta de más palabras.
En ese interés de Cinthya por la naturaleza ha influido el provenir de un país “ecológico” y que cuenta con un porcentaje elevado de territorio protegido.
En series anteriores, como A (des)tiempo o Pictografías , Soto evidenciaba el borde de numeración de la película de manera que no quedase duda de que lo que se mira es precisamente una fotografía.
En Paisaje (re)encontrado , Cinthya Soto va más allá y muestra la imagen que se proyecta en el visor de la cámara analógica mientras se realiza el encuadre. Esta exhibición deja al descubierto, una vez más, las características intrínsecas de la fotografía misma, y el hecho de ser un recorte de la realidad que a la vez nos muestra mientras nos oculta algo.
Paisaje (re)encontrado es un proyecto que traspasó los límites territoriales y también la barrera del arte contemporáneo, y que invita a ser leído dentro de un contexto antropológico, geográfico, sociológico; en suma, el proyecto se orienta a un público universal.
La autora es directora del Museo de Arte y Diseño Contemporáneo.