Por una mejor vida: ¡levántese de la silla!

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Todos lo sabemos: a nuestro cuerpo no le va el sedentarismo: somos seres diseñados para el movimiento. Sin embargo, el estilo de vida actual nos lleva a pasar muchas horas del día sentados detrás de un escritorio o un pupitre, frente a una computadora o a un televisor. Fácilmente podemos pasar más de 12 horas del día sentados.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) advierte una y otra vez sobre las consecuencias de esa falta de movimiento y nos recomienda realizar ejercicios moderados o vigorosos al menos 150 minutos a la semana. ¿Y qué pasa con los 9.930 minutos restantes de la semana?

Si bien por un lado preocupa que la falta de movimiento haga que no se dé una ecuación entre las calorías ingeridas y las gastadas –y terminamos con kilos de más–, el sedentarismo también lleva a que se produzca un comportamiento distinto de los niveles de insulina y de lípidos (colesterol y triglicéridos) en la sangre. Se trata de alteraciones que pueden contribuir a la aparición de enfermedades cardiovasculares o diabetes.

¿Realizar una hora diaria de ejercicio vigoroso puede revertir el daño de pasar casi todo el día sentado? Justo esa fue la pregunta que llevó a Hans Savelberg y su equipo de investigadores de la Universidad de Maastricht (Holanda) a reclutar a 18 voluntarios sedentarios, estudiantes universitarios, para ver qué efecto podía tener en su salud un cambio en su actividad diaria.

El experimento duró 12 días; en este periodo, cada voluntario debió adoptar tres rutinas distintas y seguir cada una por cuatro días.

La primera fue pasar sentados 14 horas al día y no realizar ninguna actividad física, la segunda fue quedarse sentados 13 horas al día y realizar una hora de ejercicio vigoroso, y la última consistió en permanecer sentados seis horas al día, caminar cuatro horas y mantenerse de pie dos horas del día.

En el experimento, la cantidad de calorías quemadas en la hora de ejercicio vigoroso era comparable a la de caminar cuatro horas y permanecer de pie dos, por lo que, en términos de peso corporal, las dos rutinas son equiparables.

El cambio se produce en lo que ocurre en la sangre. Si bien la hora diaria de ejercicio vigoroso contribuye a que los niveles de insulina y de lípidos en la sangre sean mejores que si uno es completamente sendentario, la mejoría es mucho más notable si uno se mantiene activo a lo largo del día, caminando o permaneciendo de pie, según detallan los expertos en un reporte aparecido en la revista PLos One .

Para tener una vida más sana es bueno seguir el consejo de la OMS y realizar 150 minutos de ejercicio a la semana, pero también vale la pena levantarse de la silla y moverse. Su cuerpo se lo agradecerá.