Como todo deporte, como todo arte, el billar también tuvo infancia. En la Grecia de los siglos V y IV a. de C., y en el Egipto de Cleopatra (siglo I a. de C.), se practicaba un juego sobre el piso, en el que unas bolas se empujaban contra otras valiéndose de varas parecidas a los palos de
Sin embargo, el antecedente moderno del billar nació en el siglo XV pues, en los palacios de las cortes francesas, los nobles practicaban un juego de bolas sobre una mesa provista de bandas de madera, valiéndose de una vara. A partir de Luis XI (1423-1483), los reyes franceses fueron grandes aficionados a este juego; pero Luis XVI (1754-1797) fue su principal impulsor a causa de su afición. Las bolas se construyeron de marfil durante su reinado.
Según el investigador y billarista español Valeriano Parera Sans, con tal de incrementar la belleza artesanal de las mesas de billar, los maestros constructores, a finales del siglo XIX, empezaron a decorar sus bandas externas con pequeñas incrustaciones de marfil o nácar de muy diversas formas.
El número de esas “señales” varió con el tiempo. A finales del siglo XIX, los billaristas empezaron a apoyarse intuitivamente en estas señales para predecir algunas trayectorias sencillas. Durante muchos años, este “saber intuitivo” fue consolidándose en el acervo popular y académico de los conocimientos del billar.
Así, durante los primeros años del siglo XX, ese juego experimentó un salto cualitativo con los aportes teóricos del mítico (y único) campeón estadounidense Willie Hoppe (1887-1959), a quien se atribuye el mérito de haber establecido los principios matemáticos aplicados al billar. Esto se conocería como “teoría de los rombos o diamantes”
Los rombos permiten interpretar geométricamente el juego por medio de ecuaciones matemáticas, con lo cual se facilita ampliamente la predicción de las trayectorias. En consecuencia, el billarista aumenta su efectividad.
En el decenio de 1920, Hoppe introdujo su teoría en Europa, donde fue enriquecida por grandes maestros e investigadores. Entre ellos merece destacarse al francés, campeón del mundo, Roger Conti (1900-1995); al belga y varias veces campeón del mundo Raymond Ceulemans (nacido en 1938), y al profesor español José María Quetglas Mompeán, director técnico de la Real Federación Española de Billar, entre otros.
Todos aquellos cambios se suman a los tacos de alta precisión, y a nuevos materiales empleados en bolas, bandas y pizarras. El billar ha logrado así un desarrollo técnico nunca antes alcanzado.
La de tres bandas es la modalidad que más emplea la geometría, las angulaciones (incidencia y reflexión), las descomposiciones vectoriales, la intensidad de los efectos, la velocidad y la potencia, entre otros conceptos físicos.
En la modalidad de las tres bandas existen los “sistemas”. Por lo general, su nombre deriva de la dirección con la que emprendemos la jugada. Cada sistema tiene sus propias reglas, normas y valoraciones solo aplicables a él.
Los sistemas más utilizados en la modalidad de las tres bandas son los siguientes:
1) Sistema corta-larga (CL). Se sale de la banda corta, o de un vértice de la mesa, y se ataca una banda larga
2) Sistema larga-larga (LL). Se sale de una banda larga y se ataca la otra banda larga.
3) Sistema “plus”. Se sale de una banda corta y se ataca una banda larga para llegar a la misma larga de salida como tercera banda.
Los principios matemáticos aplicados al billar se sustentan en la ecuación que combina los tres conceptos billarísticos fundamentales.
En el caso de los sistemas CL y LL, al valor de la salida (S) se resta el valor correspondiente a la llegada (L) en la tercera banda, lo cual permite conocer el valor del punto de ataque (A) en la primera banda a la que debemos dirigir nuestra bola propia (b1), tanto si la jugada es indirecta cuanto si debemos dar bola (b2) previamente.
A partir de la tercera banda, en la que se concreta la carambola, es posible predecir la trayectoria que seguirá la bola propia hacia la cuarta y la quinta bandas. Estas proyecciones a 4ª. y 5ª. son muy frecuentes.
Sistemas CL y LL: A > S - L
Ataque > Salida - Llegada
En el caso del sistema plus, el valor de ataque (A) se obtiene restando el valor de la salida (S) al valor de la llegada (L). Observe el gráfico del ejemplo 3: en él se indica la valoración de las bandas para el sistema plus (diferente de la valoración de los sistemas CL y LL).
Sistema plus: A > L - S
Ataque > Llegada - Salida
Esta es la otra dimensión del deporte: aquella que se vincula con la habilidad natural, las posiciones corporales, la agudeza visual, el control motor fino, la capacidad de abstraerse del entorno, el diseño mental previo de una jugada...; en fin, son esenciales la capacidad de ejecución y la técnica en general.
El iniciador de la teoría matemática aplicada al billar, Willie Hoppe, manifestó que el sistema de diamantes funcionaba, pero que la tacada (la ejecución) debía ser perfecta, y agregaba: “El billar no tiene mucho de ciencia exacta, pero sí de arte e intuición cuando se lo interpreta”.
El jugador que desea iniciarse en la apasionante modalidad de las tres bandas, debe desarrollar su destreza en la ejecución o tacada por medio de la práctica constante.