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La típica advertencia que se hace a los niños de no jugar con tijeras recuperó su vigencia en la ciudad de Los Ángeles, California... aunque las tijeras del caso fueron bastante más grandes y temibles. Resulta que un anciano de 86 años se incrustó unas tijeras de podar en el cráneo, y estas le atravesaron la cuenca del ojo.
Leroy Luetscher explicó que, mientras hacía jardinería en el patio de su casa, dejó caer las tijeras y que estas quedaron clavadas de punta en el suelo. Cuando intentó recogerlas, perdió el equilibrio y cayó de cara sobre el mango; las tijeras penetraron así en su cuenca ocular y perforaron su cráneo a una profundidad de 15 centímetros. Es un milagro que se esté recuperando. AFP