Hay personas que, pese a todo, siempre ven el vaso medio lleno. Para muestra, un botón: en los últimos 11 meses (de noviembre del 2010 a octubre del 2011), la Selección Nacional jugó 20 partidos y obtuvo cinco victorias versus ocho empates y siete derrotas.
A pesar de ello, buena parte de la afición se mantiene optimista sobre las posibilidades de estar en el Mundial de Brasil, según revelan los datos de la más reciente encuesta de Unimer para La Nación : el 28% de las 1.200 personas entrevistadas están seguras de que la Tricolor estará en la cita mundialista, mientras un 21% ve como probable que así sea.
¿Cómo es que, a pesar de evidencia que sugiere lo contrario, hay personas que se mantienen optimistas sobre el futuro? Un equipo de investigadores del University College London tiene la respuesta: aquellas personas que son muy optimistas tienden a aprender solo la información que refuerza su visión del mundo.
La conclusión del equipo liderado por Tali Sharot y Ray Dolan se desprende de los resultados de un experimento que realizaron en un grupo de 19 voluntarios y cuyos resultados se publicaron en la revista Nature Neuroscience .
La prueba consistió en medir la actividad cerebral, con ayuda de exámenes de resonancia magnética (fMRI) de los voluntarios cuando se les preguntaba sobre su estimación de sufrir un evento negativo en su vida (como robo de su auto o padecer cáncer).
Luego, se les proporcionaron las estadísticas reales de sufrir uno de estos eventos y nuevamente se les preguntó su estimación personal.
Curiosamente, las personas optimistas (determinadas como tales a través de un test psicológico) ajustaron sus estimados cuando la información proporcionada mejoraba su predicción original, pero si la empeoraba, las dejaban igual o ajustaban muy poco; simplemente ignoraban la información.
Los análisis cerebrales explican esto: cuando a la persona optimista se le daba un dato que mejoraba su estimación original inmediatamente se registraba alta actividad cerebral en su lóbulo frontal, pero cuando los datos lo empeoraban, su actividad en esa zona del cerebro era por debajo de la media.
El estudio demuestra que uno realmente escucha solo la información que le interesa y que aquellos que son más optimistas tienden a ignorar la información negativa sobre el futuro. Esto puede ser muy beneficioso para la salud mental de estas personas, pero también los puede volver vulnerables al no cuantificar los riesgos a tiempo.