La ilusión de liberar el águila pescadora del Centro de Rescate Jaguar se esfumó el jueves, luego de que sus cuidadores anunciaran que había muerto.
El ave fue hallada enferma la semana anterior cerca de una bananera en Sixaola.
Para tratar de sanarla, voluntarios le suministraron antibióticos, multivitamínicos y sueros.
Sandro Alviani, director del centro de rescate en playa Chiquita, Limón, informó del deceso. “Pensábamos que se iba a rehabilitar; la veíamos mejor, pero murió”.
La institución indicó que el ave presentaba serios daños renales.
La voluntaria Karin Traeger hizo la necropsia. Ella asegura que los daños encontrados en el ave rapaz fueron causados por un tóxico. No obstante, aún no pueden adelantar qué tipo de sustancia fue.
Según la bióloga Encarnación García, tenía un riñón deshecho y lesiones en el hígado: “Se veía fuerte, con las alas menos caídas, pero no se recuperó”, añadió García.
Liberación. Para reinsertar el águila en su hábitat natural, era necesario una jaula de vuelo para que recobrara fuerza y confianza.
Sin embargo, el centro de rescate no cuenta con esta estructura. Pese al ofrecimiento del Zoo Ave para incorporarla en una de sus jaulas de vuelo en Golfito o Guanacaste, no se logró el objetivo.
Estas pajareras deben tener dos metros de ancho y 50 metros de largo como mínimo. Este espacio funciona para entrenar el vuelo del ave antes de su liberación.
El Centro de Rescate Jaguar pretende adquirir una pajarera de este tipo cuyo costo ronda los ¢1,3 millones.
De acuerdo con datos de esta organización, meses atrás recibieron un gavilán con dos disparos, uno en un muslo y otro en una ala. Y la semana anterior recibieron otro gavilán con una fractura en una pata y será enviado a San José, este lunes, para ser tratado.
Problema. Para García, la muerte del águila refleja un problema de manejo de desechos en las bananeras: “Si estamos en esta situación, que un ave por comer pescado en un río muere, tenemos que preocuparnos mucho todos”.
“Este es un país que vende naturaleza a todo el mundo como si fuera todo una maravilla y no puede haber hipocresías. Debe haber mejores controles ambientales”, concluyó la bióloga.