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Marta Ávila se ha tomado la danza en serio: primero como bailarina, y luego como crítica e historiadora, labor que ha asumido con una constancia tal que hoy el resultado de su trabajo es imprescindible para comprender una de las artes que más han florecido en Costa Rica en los últimos treinta años. Ahora, ella publica Desde la otra orilla. Crítica de danza en Costa Rica (1998-2006) .
Precisamente esa combinación de práctica artística e intelecto le han dado la posibilidad de entender la danza de forma compleja, desde dentro y desde afuera: como parte del gremio y, al mismo tiempo, como crítica perspicaz que valora y enjuicia.
El ejercicio de la crítica de arte no es tarea simple, menos aún en Costa Rica, donde existen varias tendencias, tradiciones y mitos que procuran identificarla con la serruchada de piso que –como ya apuntó Olivier Dabène hace más de veinte años– parece constituir uno de los rasgos característicos de su cultura política.
A pesar de ello, Marta Ávila se ha convertido en una de las críticas de presencia más longeva en los medios de comunicación escrita, de tal modo que quien más adelante haga el recuento de la rica actividad dancística del país en estos iniciales años del siglo XXI, necesariamente deberá tener su trabajo como referente central.
La reseña crítica forma parte de la memoria que registra los pasos de lo efímero del espectáculo dancístico, por lo que se tendrá, en las notas de Marta, una rica fuente de lo que se hizo y también de la sensibilidad prevaleciente, de los valores dominantes, de los problemas que nos preocuparon, del impacto de lo que se dijo. En este sentido, su trabajo se constituye en un espejo del espíritu de nuestra época.
Ávila ha sido una pionera en la labor de construcción y re-construcción de las efímeras huellas que ha ido dejando el arte danzario en Costa Rica.
Durante años, cobijada por la Escuela de Danza de la Universidad Nacional, contando con la colaboración de varias generaciones de estudiantes, ella ha realizado una sistemática y paciente labor de recolección de fotografías, programas de mano y datos dispersos en periódicos y revistas, y ha conformado un corpus que va, poco a poco, sacando a la luz el perfil de la historia de la danza en este país.
Los resultados muestran ya un importante bagaje que permite identificar procesos, tendencias e hitos que no solo sirven para trazar la ruta que ha seguido la danza, sino también asociarla con procesos más amplios, que implican a otras artes y a la cultura en general.
Estructurar la historia de la cultura costarricense y de la sociedad que la cobija, implica ir armando el rompecabezas con cada una de sus partes constitutivas.
Solamente en la medida en que nos ocupemos de reconstruir las huellas de cada una de las artes y de los procesos asociados a ellas, seremos capaces de comprender el perfil actual de la cultura costarricense.
Este tipo de trabajo es, pues, fundamental para entender el porqué de los rasgos identitarios de la Costa Rica de hoy.
Como hemos hecho en estas líneas, hay que celebrar y relevar el trabajo de Marta Ávila que cristaliza en este libro; pero también debemos remarcar otra dimensión que se evidencia con esta publicación: la del gran avance que han hecho todos los costarricenses en el estímulo y la profesionalización de las artes en toda la segunda mitad del siglo XX y hasta nuestros días.
En efecto, en muy buena medida, este libro muestra la huella que ha dejado el esfuerzo sistemático por promover, educar y darle espacios para expresarse a la danza en el país, desde los primeros esfuerzos de Margarita Esquivel, Margarita Bertheau y Mireya Barboza hasta hoy, cuando se ha transformado en un verdadero movimiento artístico.
Se trata por lo tanto de un sostenido impulso social, sin parangón en el istmo centroamericano, que hoy rinde frutos de este tipo.
El libro al que nos referimos consta de dos volúmenes que recogen ocho años de críticas publicadas originalmente en el diario La Nación . Aparece bajo el sello editorial EUNED con el apoyo financiero del Centro Cultural de España en Costa Rica. Está profusamente ilustrado con fotografías, y su formato y diagramación permiten una cómoda lectura.
Rafael Cuevas Molina (Guatemala, 1954) es escritor y pintor; es profesor en la Universidad Nacional. En el 2008, la EUNED le publicó la novela ‘una familia honorable’