El tema comenzó con el bombardeo del Ejército colombiano en que murió Raúl Reyes, el segundo hombre de las FARC. Ahí se le incautaron la computadora y sus correos.
Como ministro de Seguridad, me llega una primera información que nos permitió hallar una caja con $500.000 en Heredia. Era plata de las FARC.
Luego me dicen que en los correos hay 36 citas que se refieren a Costa Rica. Y me las mandan. Ahí se hablaba de un hospital para guerrilleros en Coronado y de las excelentes relaciones que tenían con el ministro de Seguridad anterior, de quien prefiero ni mencionar su nombre.
Busqué al presidente (Óscar) Arias y a su hermano y les dije que los mencionados debían dar explicaciones al país. Ahí comenzó el conflicto.
La oposición me convocó al Congreso para un lunes. El domingo me llamaron a reunión el presidente y su hermano y me plantearon que no debía ir a la Asamblea, que había negociaciones de la agenda del TLC y era armar un avispero... El presidente no me pidió la renuncia. Yo tampoco renuncié. Pero me sacaron.
Al día siguiente supe que el sábado Arias se reunió con el exministro y dos diputadas socialcristianas. Me enteré el lunes de que el sábado los Arias negociaron mi cabeza con el exministro. Ese día asumí a plenitud que me habían engañado.