“Platería. En este taller se trabaja con puntualidad y a satisfacción de la persona más delicada, pues además de ser el propietario conocedor del ramo, ha hecho venir operarios extranjeros entendidos en el material”. Así rezaba el anuncio que Vicente Palavicini, platero orfebre, publicó en el periódico El Heraldo el 8 de setiembre de 1898.
Un año antes de esa nota periodística, en 1897, se había inaugurado el Teatro Nacional. Numerosos fueron los artistas que contribuyeron a crear las obras del teatro; sin embargo, a los orfebres que elaboraron todas las piezas artísticas en metal nunca se los ha destacado, tal vez porque muchas de ellas se importaron ya fundidas. Sin embargo, cabe preguntarse si se hizo algún encargo a los joyeros, plateros u orfebres costarricenses.
Asimismo, en ese período se fundó la Escuela Nacional de Bellas Artes.
Esos dos hechos son importantes en el desarrollo del arte nacional. Señalan un nuevo paradigma que iniciará la tendencia a romper con lo vernáculo, pero al mismo tiempo nos muestran que la contratación, por parte del gobierno, del artista y orfebre francés Louis Féron –cuatro décadas después de estos hechos– no fue algo aislado en el ámbito cultural del costarricense.
A Féron se lo hizo venir para dirigir el taller de fundición del Ministerio de Fomento, pero la impronta artística que él dejó en el país fue importante. Realizó numerosos trabajos escultóricos, como el del Salón Dorado (en la sede del actual Museo de Arte Costarricense), el relieve del Banco Nacional y un busto de Mauro Fernández. Féron ejecutó el relieve y el busto con la laboriosa técnica de repujado y cincelado, íntimamente ligada a la orfebrería.
Iluminación. Junto al joyero nacional Abel Escalante, Féron montó un taller especializado en el que se realizó joyería única, por primera vez en Costa Rica. Así nació la “pieza de autor” en nuestro medio. Sobresalen las medallas de los galardonados de las exposiciones del Diario de Costa Rica y un sinnúmero de joyas excepcionales, como el collar de oro cincelado que se inspira en la historia de nuestro país.
Lamentablemente, el conocimiento de Féron en la fundición, el repujado y la orfebrería no fue aprovechado por los escultores nacionales ni se fundó una escuela de diseño en metalurgia, como era su intención.
Desde entonces surgieron algunas iniciativas de orfebrería artística. Entre otras, debemos nombrar los interesantes trabajos esmaltados de Francisco Rodríguez Ruiz en el decenio de 1930 y las lecciones de Luis Paulino Delgado en la Escuela de Bellas Artes de la Universidad de Costa Rica, que posteriormente dictó Erick Bickner.
Sin embargo, un programa formal de estudio que ha repercutido de manera innovadora en el país se inicia con el surgimiento de Studio Metallo, Academia de Arte y Orfebrería, pionera en la enseñanza de la joyería contemporánea.
Invocaremos una vez más al Teatro Nacional para dar a conocer a seis orfebres de dicho Studio, que han creado una colección de joyería de autor llamada Manos orfebres iluminan el Teatro Nacional.
Las obras que se exhibirán se orientan, por un lado, a recuperar nuestros valores a través de sus obras de orfebrería; por el otro, a destacar la trascendencia que el Teatro Nacional ha tenido en el panorama cultural de nuestro país.
Manos orfebres es un planteamiento unitario ya que se han inspirado en diferentes aspectos del Teatro Nacional, y a su vez es individual pues cada artista ofrece una propuesta propia, en la que se ponen de manifiesto su mundo interior, su sentido estético y sus destrezas como orfebre.
Verdadero arte. En estos trabajos se reitera un antiguo dilema –muy en boga en el Renacimiento– de la obra de arte ligada a la labor artesanal.
El diseño de estas joyas revela el interés por volver al antiguo arte de la orfebrería con un concepto actual y muy refinado.
Grettel Delgado refleja el interés por la conservación y la restauración del Teatro Nacional. Su collar, sus aretes y otras piezas en plata y el oro muy pulido brindan un contraste entre el diseño que asemeja madera carcomida y el rico laminado del teatro.
Otra diseñadora, Eugenia Lacayo, rinde homenaje a la música interpretando las curvas y las formas singulares de instrumentos musicales, como la voluta o la escotadura, en joyas que son una bella síntesis de forma, movimiento y armonía realizada en plata 1.000 con cubierta de palladium. A su vez, las piedras citrinas emulan la madera de los instrumentos.
Todos los expositores sienten satisfacción en crear objetos artísticos, pero debe tomarse en cuenta que la orfebrería es un arte que exige mucha disciplina y gran rigor; y estos artistas los han logrado gracias a la formación profesional que han recibido.
El esplendor con el que se inauguró el Teatro Nacional y la interpretación del tercer acto de la opera Fausto , de Gounod, que se representó ese día, son otros temas insinuados por la orfebre Iris Montealegre. Ella utiliza oro, y granates en cabochon con forma de briolette , que representan a su vez las rosas rojas y el color de los telones y las butacas.
Las formas orgánicas de la ferronería del edificio motivan a Vera Sánchez a presentar diseños inspirados en la fluidez y el movimiento de la flora de dichos objetos. Ella ofrece un dije, un broche, unos aretes y un abanico de plata que representan las veladas del teatro.
Pliegues estilizados, diseñados de tal forma que dan la sensación de movimiento, pretenden recrear plásticamente la expectativa del telón al abrirse, y el color de este se manifiesta con las piedras preciosas de color vino intenso engastadas en el metal, en la colección de Cecilia Sancho.
A su vez, el diseñador Carlos Wiessel elabora moldes de hierro para crear obras en plata 950 con un baño de oro. En un collar de siete piezas, aretes y anillo, su colección recrea los vetustos muros exteriores del edificio, suavizados con engastes de circonias cuadradas y otras gemas.
Despierta un enorme interés la forma en la que estos artistas orfebres buscan en el fondo de sí mismos y logran expresar, en la colección Manos orfebres iluminan el Teatro Nacional , valores de contenido y estéticos; además, confirman que la joyería puede llegar a ser arte.
La exposición se abrirá el próximo viernes en el Teatro Nacional.
La autora es curadora, licenciada en Artes Plásticas y profesora de la UCR.