El diseñador checo Alfons Mucha formó su vocabulario visual con cabelleras libres al viento que muestran arabescos en sus mechones, y con indumentarias vaporosas, trajes drapeados, ornamentos y feminidad a flor de piel.
Mucha (1860-1939) creó sus mejores obras a finales del siglo XIX y a principios del XX. Su estilo se ubica dentro del movimiento del Art Nouveau (llamado Modernismo en español), y sus diseños le reservaron un espacio en la historia del arte.
Sus carteles, ilustraciones, calendarios y paneles decorativos fueron muy difundidos y gozaron de enorme popularidad en la élite burguesa. Las figuras femeninas (casi de tamaño natural) causaban gran admiración.
La obra de Mucha fue muy variada, pero él siempre será recordado por sus carteles publicitarios para la industria artística y comercial. Sus diseños recibieron la influencia de su contemporáneo Henri de Toulouse-Lautrec; sin embargo, Mucha crearía su propio estilo tipográfico y formal que lo distinguiría de los otros creadores.
Su arte estaba cargado de reminiscencias del mundo del teatro, del arte sacro y del arte del Asia oriental, pero sobre todo del simbolismo.
Sus figuras femeninas fluctuaban entre la “mujer fatal” y la princesa soñadora, pero casi siempre retrataban a la actriz Sarah Bernhardt, para quien el artista trabajó de manera exclusiva por seis años.
La actriz se convertiría en su heroína y en su musa eterna. El culto que le profesaba Mucha quedó plasmado en el cartel Sarah Bernhardt (1896). Aquí, el artista muestra una visión enigmática de la actriz, pero sin perder su feminidad, y enaltece su rostro entre un halo y ornamentos sacros propios de la época medieval.
La revaloración artística de los carteles fue un gran aporte para el siglo XX.
Empleando un medio de difusión masivo, entonces se abrieron espacios para la democratización del arte. El diseño salió de las galerías y se instaló en las calles.