Cartago Desde pequeño supo que lo suyo era la creación y la preservación en el tiempo de las mascaradas tradicionales.
Y cuando en el 2008 recibió el Premio Nacional de Cultura Popular Tradicional, el cartaginés Guillermo Martínez Solano fue más categórico aún: “A mí no me interesa hacer dinero con la venta de estas máscaras, lo que me importa es mantener la tradición entre las nuevas generaciones”.
Este artesano de 86 años falleció a finales de julio, víctima de una dolencia cardíaca. Fue sepultado el 29 de julio en el cementerio de San Rafael de Oreamuno, Cartago.
A los 6 años, Martínez empezó a dar sus primeros pasos en el arte de los mantudos junto a su padre, José. De adulto, trabajó con su hermano Abelino, fallecido en el 2008.
El jurado del premio también reconoció la constante labor de difusión que realizaba Martínez por medio de talleres en escuelas, colegios, centros penitenciarios y espacios al aire libre, como parques y plazas.
Incluso, el artista adaptó en su momento un viejo camión como aula en la cual impartía sus lecciones en San Rafael de Oreamuno.
Una pasión. “No fabrico máscaras de figuras políticas ni deportistas, ni gente de la farándula”, explicó a este diario cuando se le concedió el premio nacional.
Martínez también afirmó en esa oportunidad que lejos de guardarse los secretos de su oficio, él disfrutaba transmitiéndoselos a los demás, especialmente a los niños.
El mascarero defendía la elaboración de sus obras con base en un estilo tradicional, pues usaba materiales como papel periódico, pegamento casero, harina o almidón, arcilla y barro de olla.
Rodrigo Muñoz, de la Unidad de Cultura, del Colegio Universitario de Cartago, que patrocinó diversas actividades de Martínez, recordó que las mascaradas nacieron para la fiesta de la Virgen de los Ángeles. Rememoró que la costumbre colonial era que la imagen salía en procesión junto con mascaradas.
Precisamente, esa fue una tradición que Martínez contribuyó a preservar y expandir hasta el fin de sus días.