A escala mundial el crecimiento económico, continúa heterogéneo y persiste el riesgo a la baja (“downside risk”). La economía estadounidense, el año pasado creció 2,8%. Las últimas revisiones mantienen ese dato hacia el final del presente ejercicio.
La aprobación de estímulos fiscales a la par de recortes en el gasto, introdujo un estire y encoje, que por el momento impide determinar cuál prevalecerá, en términos de expansión o contracción de la economía.
El impulso que venía mostrando la recuperación desde el consumo interno, se cebó, en parte, con el alza internacional del crudo y por el deterioro de las expectativas, minando las posibilidades de una recuperación más célere. En octubre pasado, el índice de confianza del consumidor se ubicó en 67,7 y un año antes en 70,6.
Sector inmobiliario y empleo. El sector inmobiliario continúa resfriado, pues el inventario de viviendas para ocupar se mantiene alto, retrasando la actividad constructiva. Esto aminora la demanda de créditos hipotecarios, impactando la industria de intermediación.
Además, persisten ejecuciones de hipotecas, implicando menores precios en este sector. Por su parte, el desempleo a marzo pasado se ubicó en 8,8%.
Mientras este nivel no retroceda, no se potenciará el consumo de las familias, como factor económico dinamizador. A marzo pasado e interanualmente, el índice de producción industrial creció solo un 5,88%, impidiendo mayores contrataciones.
Finanzas públicas. La deuda pública al cierre del año pasado, representó un 62% del PIB; de seguir esa trayectoria será del 90% al 2030. Para que ese indicador sea de 77% al 2021, el ahorro anual en recortes al gasto, deberá ser en torno al 3% del PIB. En febrero del año pasado, el Congreso le aprobó al Tesoro incrementar su límite de endeudamiento a $14,29 trillones; pero, a la fecha, se encuentra en $13,95 trillones.
Es decir, le queda espacio de endeudamiento, solamente por pingues $335 billones; y eso se irá como una gota de agua en una plancha caliente.
Se espera que el próximo 16 de mayo, se llegue a ese límite. De no aprobarse un aumento, los impuestos subirán, los gastos disminuirán, se desactivarán las emisiones oficiales y las obligaciones entrarán en default .
Esto provocará una crisis financiera más grave, de la que se encuentran a penas superando. El propio Geithner manifestó, que la situación de default estadounidense, resulta simplemente, impensable.
Política monetaria. Si bien en los últimos meses, se detectó un repunte inflacionario, en respuesta al incremento de las cotizaciones tanto del crudo como de los insumos, las autoridades mantienen la expectativa de una baja inflación de largo plazo. Para este año, se espera vecina al 2%.
El pasado 27 de abril, la FED decidió, por un lado, mantener la tasa de referencia para los fondos federales, en la banda de 0,00% hasta 0,25%; y, por otro, completar la compra por $600 millones en títulos del Tesoro de largo plazo.
Esa política de tasas, pretende la convergencia de un mayor estímulo al crecimiento económico, incrementar el empleo y una inflación estable.
En este contexto, la economía estadounidense continuará recuperándose este año –al igual que el precedente–.