El 17 de noviembre de 1983, el presidente Luis Alberto Monge proclamó su política de neutralidad perpetua, activa y no armada de Costa Rica. Lo hizo en un momento crítico para el país. ¿Por qué se llegó a esa declaración? En 1985, en la revista Foro Internacional , del Colegio de México, Lowell Gudmundson publicó un artículo en el que evaluó el segundo año de gobierno de Monge y apuntó un cambio en comparación con el año de 1982.
Según Gudmundson, a “una abierta hostilidad hacia el régimen sandinista” le sucedió el acercamiento de Monge al Grupo de Contadora, cambio que enfrió la relación con el gobierno estadounidense de Ronald Reagan y su política exterior hacia América Central.
Gudmundson advierte pruebas de esa distensión en la separación del ministro de Relaciones Exteriores del gobierno de Monge, Fernando Volio (claramente antisandinista), y en la amplia difusión de la declaración de la “neutralidad acti-va”. Gudmundson indica:
“Muy importante fue la participación del gobierno en la detención y deportación de guerrilleros de la Alianza Revolucionaria Democrática (ARDE) y otros mercenarios extranjeros. A finales de año se rechazó a ‘ingenieros’ militares que Estados Unidos ofreció para construir carreteras a lo largo de la delicada frontera con Nicaragua. El mensaje implícito a las fuerzas antisandinistas apoyadas por Estados Unidos era que Costa Rica no favorecía un abierto enfrentamiento”.
El trabajo de Gudmundson tiene un tono testimonial: “No podemos saber cuánto durará esta situación porque el gobierno depende mucho económicamente de la política de Reagan. Mientras escribo estas líneas (1984), el grupo de Reagan intenta alejar a Costa Rica de su neutralidad y acercarla a la política de enfrentamiento que comparten sus aliados en Honduras y El Salvador”.
Cronología. Con base en los datos aportados por Gudmundson, se puede precisar una cronología de algunos acontecimientos anteriores y posteriores a la declaratoria de neutralidad.
En marzo de 1983, la visita del papa Juan Pablo II elevó el sentimiento antisandinista en Costa Rica y también reforzó el nacionalismo que idealiza a nuestro país sobre sus vecinas repúblicas centroa-mericanas.
Luego, algunos hechos afinaron la idea del gobierno de Monge de tratar de afrontar la presión de Washington con algún recurso: una avioneta Cessna aparentemente salida de San José (se dijo que tripulada por miembros de la ARDE) bombardeó el aeropuerto de Managua, problemas en Upala (Gudmundson habla de "matanzas y motines") y el ataque de la “Contra” al puesto fronterizo de Peñas Blancas, que llevaron a la detención en Costa Rica de miembros de la ARDE.
Según Gudmundson, una vez declarada la neutralidad, el embajador de los Estados Unidos en San José, Curtin Winsor, intentó por dos veces comprometer a Monge en lo que se llamaron “maniobras conjuntas” y “desarrollo regional”, pero Monge rechazó las ofertas.
Lo siguiente fue un aumento de las tensiones en la frontera: el 3 de mayo de 1984 se informó de un bombardeo sandinista en territorio costarricense cuando una fuente oficial de Washington decía que tales acciones podrían “producir un cambio importante de la neutralidad de la cuerda floja, e impulsar [a Costa Rica] de manera más explícita y pública al lado antisandinista”.
En ese contexto ocurrió una manifestación el 15 de mayo en respaldo del gobierno de Monge y de su neutralidad. Quince días después, un atentado contra Edén Pastora produjo tres muertes, y heridas en una docena de personas. Esta cronología se complementa con el análisis que hizo Carlos Sojo en Costa Rica: política exterior y sandinismo, donde dejó claro que el esfuerzo por proclamar la neutralidad fue muy grande pues varios grupos anticomunistas se oponían; pero ¿fue cierta esa neutralidad?
Neutralidad objetada. Varios investigadores han discutido la neutralidad del gobierno de Monge basados en documentos estadounidenses, en testimonios y en informes de la prensa.
En Hostile Acts: U. S. Policy in Costa Rica in the 1980s , Martha Honey propuso la hipótesis de que la administración Reagan “llegó a la conclusión de que Costa Rica era más útil como un aliado indefenso y democrático que podía ser percibido como necesitado de la ‘protección’ estadounidense frente a la agresión sandinista”.
Honey sostiene que Washington planeó utilizar la política de neutralidad y desarme de Costa Rica para ganar apoyo internacional en contra de los sandinistas. Añade que la administración Reagan trató de convencer a Costa Rica de actualizar y expandir su capacidad militar, de abrir su territorio a la Contra, y de alinear el país contra los sandinistas.
En 1989, al publicar The Costa Rica Reader , Marc Edelman y Joanne Kenen aportaron varios documentos oficiales estadounidenses que dieron pruebas sobre lo dicho por Honey.
Un documento consigna: “A pesar de que las fuerzas de seguridad ocasionalmente conducían una incursión o una campaña contra los grupos antisandinistas, Monge hizo la vista gorda ante la mayoría de actividades armadas de la Contra, especialmente si esto era el precio implícito por la masiva ayuda económica estadounidense que comenzó en 1983”.
Edelman y Kenen se refieren también al cambio de embajador en San José en febrero de 1985 y revelan que el nuevo enviado, Lewis Tambs, reconoció, ante la Comisión Tower (que investigaba el caso Irán-contras), que su principal misión en Costa Rica era “abrir el frente sur” contra Nicaragua.
Edelman y Kenen concluyen que “agentes estadounidenses encubiertos, con el apoyo de oficiales y fuerzas de seguridad costarricenses, empezaron a construir una pista de aterrizaje que se usaría para suministrar armas a los contras”.
En su balance de la política exterior durante el siglo XX, Jorge Francisco Sáenz Carbonell señala al respecto: “['] a partir de 1982 [Costa Rica] se convirtió en una de las piezas claves de la política americana con respecto al régimen sandinista de Nicaragua, como lo demostraron la copiosa ayuda de Estados Unidos al gobierno del presi-dente Luis Alberto Monge, la visita del presidente Ronald Reagan a San José en 1983 y la tolerancia de las autoridades costarricenses a las actividades de los grupos armados antisandinistas en la zona norte del país”.
A casi 30 años de la proclama de Monge, los historiadores deben reexaminar ese periodo para comprenderlo mejor. ¿Cambió el panorama el gobierno de Óscar Arias? Eso ya es tema para otro artículo.
El autor es profesor de historia en la Universidad de Costa Rica