Como informa la prensa, líderes mundiales se quejan en la actualidad de los potencialmente nocivos efectos de lo que denominan “guerra de tipos de cambio”. En Costa Rica algunos grupos, en particular los exportadores, favorecen que el precio del dólar suba, aunque sea mediante manipulación del Gobierno, mientras que otros, los importadores y comerciantes, dicen que en buena hora el colón se haya revaluado y el tipo de cambio esté cerca del “piso de la banda”.
En materia de régimen cambiario, algunos sostienen, como lo hizo el entonces presidente del Banco Central hace cuatro años, que lo mejor para la economía costarricense es que el colón flote libremente y otros, como los voceros de la Asociación Nacional de Fomento Económico, que lo que más conviene al interés general es dolarizar la economía y con ello quitarle al Banco Central su poder de manipular el colón.
Debate Friedman-Mundell. Ni siquiera a nivel de escuela de pensamiento hay pleno acuerdo. Hace un tiempo dos destacados economistas, ganadores del premio Nobel, que normalmente se les asocia con la escuela denominada “Economía de la Oferta”, Milton Friedman (q.d.D.g.) y Robert A. Mundell, tuvieron fuerte divergencia en materia cambiaria.
Según quedó documentado en la minuta de un famoso debate titulado One World, One Money, para Friedman lo mejor eran los tipos de cambio flexibles; para Mundell los fijos. Por tipo de cambio fijo, Mundell entiende el que la moneda de un país, en particular si es pequeño y abierto al comercio internacional, como Costa Rica, está pegada a la de un país grande con el cual mantiene alta relación comercial. O, mejor aún, a una canasta de monedas, como la DEY, que al incluir el dólar estadounidense, el euro y el yen es más estable que sus componentes.
Las discusiones son de no acabar y exigen tener presente una serie de conceptos que difícilmente se pueden exponer en un artículo para una amplia audiencia, como este. Por ello, prefiero pasar a un hecho más bien anecdótico.
El canadiense Mundell, creador de importantes teorías en materia de arquitectura financiera para economías abiertas, dice favorecer la estabilidad del poder de compra de la riqueza. Ello lo llevó a pedir que el dinero que recibió en 1999 en concepto del premio Nobel en Economía (aproximadamente un millón de dólares) le fuera depositado en una cuenta denominada en euros, moneda a la cual le veía una fortaleza grande.
De momento, así ha sido. Pero él vio más allá y concluyó que quizá la mejor manera de hacer crecer su riqueza era invirtiendo en bienes raíces, no en activos monetarios, y por eso procedió a comprar una antigua (y muy deteriorada) construcción de piedra caliza en Santa Colomba, una zona bucólica cerca de Siena, Italia.
El Palazzo Mundell. Aunque por la propiedad Mundell pagó solo $20.000, el dinero del premio Nobel (y quizá algunos ahorros) y gran parte de su tiempo los dedicó a su cuidadosa restauración y hoy el edificio, que tiene más de quinientos años de edad y realmente es una obra de arte, vale millones.
La revista Architectural Digest, en su edición de mayo de 1992, relata la historia del inmueble y presenta bellas fotos de cómo lucía después del esfuerzo restaurador. Además de contar con escudos de armas tallados, nichos, esculturas clásicas, gran cantidad de cuartos y hasta una capilla, el edificio tiene una inusualmente amplia escalera en espiral, diseñada por Alessandro Peruzzi, quien fue el sucesor de Rafael como arquitecto del Vaticano, de bajos peldaños, '¡para que los invitados puedan moverse entre pisos montados a caballo!
El Palazzo Mundell evoca el Renacimiento, al hacer un balance entre el brillo intelectual y el arte. La mitad del año, se utiliza como residencia y, con el patrocinio de la banca local, internacional y de entidades multilaterales, la otra mitad se dedica a la celebración de conferencias, seminarios y mesas redondas de altísimo nivel, en las que académicos de todo el mundo tratan temas de política monetaria, fiscal, comercial y financiera. Sin embargo (que yo sepa), no se han puesto de acuerdo aún si a Costa Rica más le sirve tener un colón que flota, dolarizarse o DEY-zarse.