Estoy leyendo la historia de los comienzos de Microsoft, escrita por uno de sus fundadores, Paul Allen. Nos cuenta Paul Allen, que allá por el año 1968, en su clase de la secundaria en Seattle, un profesor progresista decidió rentar una teleimpresora o teletipo como terminal remota de una computadora GE-635 para uso de los estudiantes. Dos estudiantes que descubrieron ahí su vocación, Bill Gates y Paul Allen, serían quienes, años más tarde, revolucionarían la programación de las computadoras a través de la empresa Microsoft.
También nos cuenta Paul Allen de la importancia de lo que ocurrió en ese año en material digital. En marzo, la Hewlet-Packard introdujo la primera calculadora programable de escritorio. En junio, Robert Dennard ganó una patente por un transistor para acceso aleatorio de memoria que abarataría el almacenamiento temporal de datos. En julio, se fundó la corporación INTEL.
Finalmente, en diciembre, en San Francisco, en lo que sería una presentación de leyenda, Douglas Engelbart del Stanford Research Institute mostró sus versiones originales de un “mouse”, un procesador de palabras, el “e-mail” y el hipertexto.
Afortunadamente para Costa Rica, dos hombres visionarios, Walter Sagot, decano de la Facultad de Ingeniería, y Rodrigo Orozco, director de la Escuela de Ingeniería Eléctrica, pensaron que nuestro país no podía quedarse al margen de la revolución tecnológica que estaba ocurriendo y adquirieron en ese mismo año mágico de 1968 una computadora IBM-1620 de segunda mano, que fue instalada en una de las aulas de la Facultad junto con una media docena de terminales perforadoras de tarjetas.
En mi primer artículo para la Página quince de LaNación, en marzo de 1969, “Matilde”, traté de captar el significado y el impacto de aquella primera computadora “científica”. Don Walter y don Rodrigo confiaron en mí para dirigir el primer Centro de Cálculo Electrónico el cual se puso al servicio de la Universidad y el país. Pronto los académicos de todas las disciplinas y la administración universitaria empezaron a hacer uso de la computadora, así como ingenieros de las instituciones públicas y privadas.
A la distancia, lo que se pudo lograr en aquella época con solo los 64 K de memoria de la computadora “Matilde” parece una tarea ingente e inmarcesible.
El Centro de Cálculo Electrónico fue el precursor del Centro de Informática de la Universidad de Costa Ricay las clases del lenguaje FORTRAN, lo que años más tarde fue la Escuela de Ciencias de la Computación.
Hoy Costa Rica tiene un lugar en el mundo con la instalación en nuestro país de una sucursal de INTEL y el desarrollo de aplicaciones de software como producto valioso de exportación.
El haber podido participar en ese pedacito de historia patria me hace recordar el año 1968 como uno de los mejores de mi vida, y no puedo menos que sentirme muy honrada y agradecida cuando algún alumno de FORTRAN o usuario del Centro de Cálculo Electrónico se acerca para saludarme como su maestra.