Agradezco a don Jaime García la deferencia de leer mi comentario sobre la investigación, siembra y comercialización del maíz transgénico, y traer a discusión el informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS) sobre el tema.
Las reservas de don Jaime a los transgénicos se basan, precisamente, en ese informe de la OMS (su Biblia). Yo me quedé dubitativo. Porque hacemos lecturas muy diferentes. Lejos de rechazar la siembra y comercialización de transgénicos, el informe más bien asume una posición avizora, de apertura científica, proclive a la investigación y el saber. También lanza advertencias a los Gobiernos para regular adecuadamente ese novedoso campo de la ciencia genética, pero sin proscribirlo.
¿Por qué no prohíbe los transgénicos y, más bien, alienta la investigación? El mismo informe aporta la respuesta: “Lograr mejoras en el rendimiento de los cultivos esperados en los países en desarrollo podrían ayudar a aliviar la pobreza: en forma directa mediante el aumento de los ingresos familiares de los pequeños agricultores que adoptan estas tecnologías; y en forma indirecta mediante los excedentes, como lo evidencia la repentina baja de precios de herbicidas e insecticidas”. Sí hay razón de fondo en defensa del potencial económico y social de los transgénicos.
Las otras inquietudes de don Jaime versan sobre el supuesto daño a la salud y la probidad de agencias gubernamentales de autorización y control en países como EE. UU. Pero, de nuevo, el informe aquieta esos temores: “El desarrollo de organismos GM (OGM) ofrece el potencial de incrementar el valor nutricional que puede contribuir en forma directa a mejorar la salud y el desarrollo humano. Desde la perspectiva de la salud, también puede haber beneficios indirectos como menor uso de químicos para la agricultura y aumento de la producción agrícola, y mayor sostenibilidad de los cultivos”. Y sobre el riesgo para la salud agrega: “Los alimentos GM actualmente disponibles en el mercado internacional han sido sometidos a evaluaciones de riesgos y esimprobable que presenten más riesgos para la salud humana que sus contrapartes convencionales”. Está muy claro.
Gracias, don Jaime, por traer a colación ese valioso informe que, más bien, refuerza mi sentir. Estoy persuadido de que el Ministerio de Agricultura y la Comisión Técnica de Biodiversidad hicieron bien al autorizar la investigación de maíz transgénico, y deben seguir adelante para que todos podamos aprender más sobre ellos, regularlos y estimularlos adecuadamente, y abrir el potencial que ofrecen para la salud y beneficio de los consumidores. Abortarlo sería volver al oscurantismo.