El domingo se realizarán las elecciones internas del Partido Unidad Social Cristiana (PUSC). Son dos candidatos: Rodolfo Hernández y Rodolfo Piza (los Rodolfos). Esta columna, sin embargo, decidió permanecer neutral.
Ambos son buenos prospectos, comprometidos con los intereses del país. Uno es un hombre bueno, afable (sin ser melindres), poseedor de vasta experiencia como administrador, y muy comprometido con la causa de los pobres; el otro es más intelectual, conocedor de la cosa pública, y con una visión de Estado que envidiaría cualquier candidato de cualquier partido. Los dos son, sin duda, rectos y honorables.
Ofenden su inteligencia e independencia quienes sugieren que son piezas de líderes tradicionales. Más bien, amigos comunes desean verlos integrar una papeleta conjunta (de nuevo, los Rodolfos) para ofrecerla al país como tiquete ganador. Hasta ahora, han hecho bien en no distanciarse (mucho). Uno de ellos es como un chile jalapeño, con espuelas; el otro, más reposado y sereno. Pero ambos han reiterado que la justa dominical debería transcurrir como una fiesta de familia.
Lo otro flotante en el ambiente es la coalición de partidos de oposición. Se ve lejana, pero no imposible. La gente PAC quiso imponer su credo al PUSC, cuya estructura estaba dominada, entonces, por dos precandidatos de Renacer que ya no están: uno le dio la adhesión a Convergencia; el otro, se dejó seducir por uno más liberal, pero con poca afección ideológica por Renacer. No sé qué fue de aquellas negociaciones para forjar la alianza entre PUSC y PAC, pues el actual candidato de Renacer está muy distante de la ideología PAC, y el de Convergencia converge más hacia el ML.
Y cobra valor el tema de fondo: una coalición entre libertarios y socialcristianos, que debería forjarse a temprana hora, tras la convención del PUSC pero antes del eventual acuerdo con otros partidos. Para facilitarla, ML debería declinar con donaire sus aspiraciones presidenciales y reservarse puestos de prioridad para candidatos a diputados, pues en el Congreso podrían reivindicar su menguada imagen y desplegar una buena labor. Juntos tendrían el poderoso efecto de oponer una agrupación política más fuerte a los ojos de todos –sin duda la segunda fuerza después del PLN– y ayudar a provocar una segunda ronda electoral (el fantasma que acosa a Johnny Araya). Así, el PAC tendría que negociar –no imponer– de igual a igual. La gran diferencia sería que ML-PUSC son más afines ideológicamente (de hecho, algunos bailan al son de las dos tamboras), mientras que con el PAC sería un acuerdo ad hoc para las próximas elecciones. Nada más.