No, no se crean. No es que somos "amis" ni mucho menos, pero como me ha dado por la viajadera últimamente me fui para el concierto que Ricardo Arjona (uno de mis favoritos) ofreció, en su natal Guatemala, el 13 de julio.
Fue alucinante y demostró que sí se puede ser profeta en su tierra. Estableció un diálogo pícaro e inquieto con el público, que lo coreó hasta enronquecer. Las admiradoras llegaron al éxtasis muy pronto y le lanzaron al escenario hasta los amuletos más íntimos.
Pero la particularidad de este concierto tuvo que ver con que ahí estaban los, hasta ahora anónimos, familiares del cantante, que salió al escenario de negro impecable. Don Ricardo , el papá, permaneció inmutable entre el público enardecido, mientras escuchaba a su hijo. Durante las dos horas del concierto el señor no aplaudió ni una sola vez ; mucho menos tarareó una canción. Lo contrario ocurrió con la hermana de Arjona, de pelo negro azabache que hacía juego con su atuendo negro y blanco. Ella bailó, cantó y hasta saludó a toda la audiencia cuando su hermano admitió que su éxito como músico se debe a ella en primera instancia, pues fue la primera que lo apoyó y creyó en él . También fue muy novedoso haber visto a los dos hijos del cantante, Ricardito y Astrid , pues hasta ahora Arjona ha protegido la privacidad de su familia con un celo cerradísimo. El chiquillo no cantó ni una sola canción y se mantuvo inquieto, corriendo de un lado a otro (siempre en un sector especial para la familia, claro). Mientras, su hermanita sí cantó algunas de las canciones más famosas de su papá. Lo que sí se notó es que no están acostumbrados a tratar con la prensa, pues cuando los fotógrafos chapines se acercaron a hacer un retrato de familia, no hubo forma de que los chiquillos se destaparan las caras o dejaran de esconderse tras los otros adultos.